Pokémon Go: otras formas de sociabilidad y resignificación de los espacios
A tres semanas del lanzamiento de Pokémon Go en Chile, las críticas en torno al juego han sido variadas. Se ha dicho que idiotiza a sus usuarios y les separa de otras personas y de su entorno inmediato. Entre los críticos, el profesor de literatura, Cristián Warnken, compartió su diatriba en El Mercurio. Su texto, además de un desprecio insultante, refleja escasa comprensión de los cambios surgidos a partir de la interrelación de la sociedad y las nuevas tecnologías de la comunicación y la información. Con desdén, Warnken generaliza a partir de juicios de valor respecto de aquellos que él considera "muertos en vida". Desconoce que las nuevas generaciones han crecido en un contexto diferente, enmarcado por la convergencia mediática y redes de conectividad que suponen prácticas sociales que superan las barreras físicas de los espacios que él cataloga como "reales", (como si el resto no lo fuera).
Desde que Niantic lanzó el juego en Chile, como Fundación Humanos Digitales hemos seguido de cerca su adopción por parte de los usuarios chilenos mediante un estudio que combina métodos cuantitativos y cualitativos. Con la cantidad y riqueza de datos recopilados, los hallazgos, aunque preliminares, desmienten esas opiniones sesgadas.
En primer lugar, se ha dicho que el juego enajena a sus usuarios, rotulados como "zombies" o "muertos en vida". Por el contrario, nuestros datos ilustran cómo los jugadores de Pokémon Go buscan y disfrutan de una experiencia de juego compartida. La aplicación, en efecto, genera espacios de conversación, otras instancias de sociabilidad, donde normas sociales emergentes se negocian en tiempo real, cara a cara y también a través de diversos medios sociales, como Facebook o WhatsApp. Los jugadores reorganizan su vida social, conversando con personas de distintas edades y que, en muchos casos, no conocían previamente; comparten recomendaciones para avanzar en el juego y se organizan para recorrer la ciudad en grupo para buscar estos "monstruos de bolsillo".
En segundo lugar, se ha dicho que los jugadores no prestan atención a su entorno físico inmediato. Contrariamente, el juego supone nuevas formas de interactuar con y a través del espacio, pues los jugadores se desplazan en un mundo físico para interactuar con la información digital que les proporciona el juego. La interacción entre jugadores y sus trayectorias en la búsqueda de estos personajes contribuyen a la reconfiguración del sentido de espacio y lugar que hasta ese momento manejaban. La experiencia de juego trastoca sus prácticas espaciales y, consecuentemente, redefine su percepción del espacio a partir de su experiencia y la de otros jugadores. Con ello se produce una resignificación de los lugares que, en muchos casos, habían recorrido previamente, pero sin verlos o sin conocer su historia. Así, como puntualiza la académica Adriana de Souza, la experiencia móvil de los usuarios fortalece su conexión con el espacio que habitan.
La atención que ha acaparado Pokémon Go lo ha convertido en una de las aplicaciones móviles con mayor impacto en lo que va del año, pues ofrece a los jugadores extender su realidad física con otra capa de realidad que los entiende, donde no son tachados de "huérfanos" ni "zombies", ni se hacen ligeros juicios de valor. En esa otra capa, lo que vale es quién es el mejor entrenador, pero instando al compromiso, constancia y camaradería entre los jugadores, que recorren la ciudad para conseguir su objetivo. ¿Tan mal suena? En lugar de prejuzgar y generalizar erróneamente, dejemos que los niños (y los no tan niños) jueguen… Y los atrapen ya!