Libro conecta a Concepción y Valparaíso a través de la pintura
¿Por qué debería interesar "La generación porteña", libro que los autores Marcela Küpfer y Carlos Lastarria dedican a la escena pictórica de Valparaíso desarrollada entre los años 30 y 60 del siglo pasado?
La respuesta es muy simple. Se llama Jim Mendoza, pintor oriundo del Biobío (1905-1963). "Es algo así como un Van Gogh. Su historia es muy particular, conmovedora, terrible y genial a la vez", explica la autora sobre el artista oriundo de Lebu, quien fue parte del grupo de creadores, que motiva la investigación y realidad del libro editado por Narrativa Punto Aparte (2015).
El resultado de esta aventura escritural, donde se devela la obra y vida de siete destacados artistas asentados en Valparaíso, será presentada el miércoles -18.30 horas-, en la Pinacoteca UdeC. Un momento que, sin duda, servirá para conocer desde la distancia del tiempo y el espacio, la figura de Mendoza.
De alguna manera, éste fue el personaje más oscuro del reseñado movimiento porteño. "Atormentado por sus trastornos psiquiátricos que lo llevaron a un fin dramático: tras la muerte de su esposa, su único cable a tierra, salió a la calle desnudo en plena noche, preso de la desesperación, agarró una neumonía y falleció tres días después. La dueña de la modesta pensión donde vivía decidió, para cobrarse de la renta impaga, publicar un aviso en el diario y rematar todas las pinturas. Jim nunca vendió un cuadro en vida (...) Al momento de su muerte lo acompañaban muchas de sus obras", relata Küpfer, quien anteriormente -2010- también junto a Lastarria publicó el libro "Jim Mendoza, pintor de abismos".
- Concepción fue una fuente importante para la investigación. En primer lugar, por el libro sobre Mendoza, que es parte de la Generación Porteña, pero oriundo del Biobío. Eso nos llevó a investigar en la zona. Pero, sobre todo, porque la Pinacoteca tiene, dentro de su colección, dos obras magníficas de este pintor: "Los patipelados" y "El pintor de brocha gorda". Ahora la importancia de este lanzamiento radica en que prácticamente todas las obras de este artista -como las de otros de la generación- desaparecieron tras su muerte: tuvimos que hacer un trabajo detectivesco para dar con parte de ellas. De Jim Mendoza sólo hay cuatro obras en museos, y dos de ellas están en Concepción.
ARTE EN REGIONES
Además del cruce del nombre de Mendoza con nuestra zona, uno de los objetivos trazados por los autores fue rescatar el valor y legado de los movimientos artísticos en provincias y regiones.
"Da la impresión de que los movimientos artísticos que se dan en regiones, con valores y características propias, han sido injustamente olvidados o ignorados por la historia el arte. Hay mucho que investigar aún. En Concepción, por ejemplo, hay una extensa tradición de grabado, que debe ser visibilizada. Nos gustaría que estas historias circularan, se conocieran en todo el país (...) Eso, justamente, nos llevó a aceptar la invitación de la Pinacoteca", dice esta periodista, directora del diario La Estrella de Valparaíso desde agosto de 2014.
El libro, dividido en ocho capítulos, considerando la introducción, donde los autores hablan de una generación porteña de "definición pendiente"; también reproduce 60 obras de los artistas aludidos. También se enfocan en algunos hitos de sus biografías, que "marcaron profundamente sus respectivos legados", citando palabras de los encargados
- (Küpfer) El objetivo central fue reconstruir el legado de un movimiento artístico con características propias que ha pasado desapercibido. Durante nuestra investigación nos dimos cuenta de que existían nociones, esbozos acerca de este movimiento, pero no una definición, ni una descripción específica. Algunos de estos artistas habían sido catalogados aleatoriamente en otras generaciones o, simplemente, habían sido ignorados por la historia del arte (los considerados acá son Carlos Lundstedt, Chela Lira, Roko Matjasic, René Tornero, Manuel Araos, René Quevedo y Jim Mendoza). Nosotros creemos -como también lo hizo el historiador Antonio Romera- que en Valparaíso efectivamente existió una generación artística. Por eso, nuestra intención fue delinear los parámetros de este grupo, intentar una definición.
- A partir de nuestra investigación, pudimos determinar que se trató de un movimiento que se dio única y específicamente en Valparaíso, con mayor intensidad entre los años 1930 y 1960, cuando todos los artistas están vivos y pintando. Todos compartieron el territorio pero -además- algunas otras características particulares: se mantuvieron alejados de las corrientes y tendencias de la capital, prácticamente ajenos a las influencias externas. La circulación de su obra se dio casi únicamente en Valparaíso y, por extensión, Viña del Mar, en parte por su condición de provincianos y sus precarias condiciones de vida. Compartieron la fuente de su formación: muchos de ellos se formaron al alero de la pintora Celia Castro, que los acogió en su taller, y la amistad y protección de figuras como Camilo Mori y Carlos Hermosilla.
- Aunque tenían estilos diferentes, coinciden en pintar afanosamente Valparaíso. Provocan un giro desde la pintura más paisajística y hasta epopéyica del siglo anterior, hacia temáticas más vernáculas, sociales y populares. No pintan grandes marinas, sino las faenas de la orilla. No pintan paisajes bucólicos de los cerros, sino obreros, pescadores, feriantes, una dueña de casa caminando de la mano de su hijo. No pintan batallas navales, sino grúas, barcos humeantes. Pintan la ciudad que viven, esa es la esencia de la generación.