"Día de la Independencia: contraataque" es innecesaria
En 1996, Roland Emmerich estrenaba una de sus películas más comercialmente exitosas, lo que es decir bastante: "Día de la Independencia".
Protagonizada por un elenco lleno de estrellas, como Will Smith, Jeff Goldblum o Bill Pullman, entre muchos otros, la película, sin ser brillante, se las arregló para triunfar en la taquilla. De paso, se convirtió en un neo-clásico del cine de ciencia ficción con fines de entretención.
Y es que sin ser una obra maestra, la cinta tenía varios elementos que le permitían ser una fórmula efectiva: personajes carismáticos, una historia sencilla, buenos efectos especiales y algunas secuencias de destrucción memorables.
Todos esos factores positivos parecen haberse olvidado en esta secuela, que 20 años después nos sitúa en una Tierra que ha utilizado la tecnología de los extraterrestres para mejorar su armamento y estar preparados para un eventual "contraataque".
Pero, sorpresa, la llegada de un nuevo ataque alienígena confirma que no estábamos en lo absoluto listos para lo que venía. Básicamente, la misma trama que la película original.
Lo primero es que "Día de la independencia: contraataque" no tiene nada nuevo para ofrecer. Emmerich, que vuelve a la dirección, no se esfuerza en lo más mínimo para hacer de ésta una cinta novedosa.
Todo lo que vemos en pantalla parece sacado de otros metrajes, que hicieron básicamente lo mismo, pero ahora lo apreciamos en el contexto de este universo, que termina siendo más de lo mismo.
El reparto sufre del común síndrome de los "remakes" o secuelas innecesarias: vemos a personajes que sólo reaparecen para satisfacer a los fans y generar que lo que estamos viendo en la pantalla se nos haga familiar.
Sin embargo, esto poco ayuda a una trama que no termina por sostenerse ante tantos personajes secundarios que no suman ni restan nada a esta nueva apuesta. Ni siquiera el carisma de Jeff Goldblum logra salvar el desarrollo de la historia, pese a acertar en algunas bromas en su estilo.
PURO EFECTO
El festival de efectos especiales y explosiones, que tanto parece disfrutar Emmerich, reaparece en gloria y majestad, tan escandalosamente denso visualmente que resulta casi imposible de apreciar. Muy poco de lo que vemos en pantalla (incluyendo las escenas de destrucción) parece real, pues el uso de las imágenes digitales termina por agotar y no proyecta la sensación de estar viendo una ciudad que de veras exista.
Infinitamente inferior a la cinta original, "Día de la independencia: contraataque" no es más que un nuevo título que se agrega a la larga y triste lista de secuelas olvidables que nos ha brindado Hollywood en la última década.