Basta con sólo dar unos pasos desde los Tribunales de Justicia hacia la Universidad de Concepción para sentir el ardor en los ojos, pese a que ya han pasado varias horas desde la última marcha por la diagonal Pedro Aguirre Cerda o la Plaza Perú. Transitar por al día siguiente de una movilización es sinónimo de destrozos, gas lacrimógeno y molestia, todo esto en medio de los arreglos en el inmobiliario destruido en los enfrentamientos.
En los últimos diez días, al menos cinco convocatorias han generado una sensación de alerta mayor en los vecinos, locatarios y transeúntes del sector. Aunque los propios vecinos reconocen que los enfrentamientos con Carabineros y el actuar de los manifestantes no ha sido como otros años, les preocupa que la periodicidad de estas convocatorias se mantenga con el correr de los días.
La última marcha fue la tarde del jueves, en apoyo a los pescadores de Chiloé afectados por la marea roja. Aunque no hubo detenidos sí dejó varios destrozos.
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Tras una breve advertencia de cuidado ante próximas movilizaciones -una de ellas programada ayer por la tarde-, relató lo que ha vivido en los últimos días: "El miércoles, el carro lanzaagua nos mojó a todos mientras cumplíamos nuestra faena. Los estudiantes llegaron y lo único que hicieron fue destruir todo. Incluso los adoquines que instalaremos en la diagonal los ocuparon como proyectiles", añadió Aguilar.
EN EL LUGAR INCORRECTO
Los residentes del sector lograron caminar tranquilos por las calles durante la mañana de ayer. Una de ellos detalló que la situación se ha vuelto cada vez más compleja y las movilizaciones se han radicalizado. La misma sensación que graficó Sebastián Bravo al detallar lo que ocurrió la noche del jueves en su departamento, ubicado en un tercer piso de los edificios frente a la Plaza Perú.
"Llevamos viviendo dos décadas acá y nunca nos había pasado esto. Cerca de las 23.30 horas, los enfrentamientos seguían en Paicaví y al momento de actuar Carabineros, una de las bombas lacrimógenas cayó en el balcón del departamento. El gas comenzó a ingresar y mi madre fue la más complicada, ya que sufre una sinusitis crónica. Los vecinos nos vinieron a ayudar y tuvimos que pasar la noche con las ventanas abiertas", contó Bravo.
Mencionó además que el tema lo habló después con Carabineros, quienes se disculparon por el incidente. "Lo que ocurrió fue un error de ellos, pero cumplieron con lo que correspondía, que es mantener el orden y proteger a los vecinos. Con el paso de los años, las marchas se están poniendo mucho más violentas", cerró.
En la propia plaza, los trabajos en semáforos avanzan a toda marcha mientras de fondo, algunos ventanales rotos de la Pinacoteca de la Universidad de Concepción son reemplazados. El cemento es un testimonio vivo de los enfrentamientos, con algunas marcas de gas lacrimógeno.
LOCATARIOS PREOCUPADOS
Quienes también viven de manera complicada las movilizaciones son los locatarios del sector. Dueños de restaurantes, farmacias y kioscos, entre otros, dijeron no aguantar más lo que está ocurriendo y temen que siga empeorando.
"Cada vez las marchas se ponen más violentas. Terminan en saqueos, barricadas, incendios y piedras por doquier. También hay que decir que Carabineros no se mide en el uso de los carros lanzaagua y lanzagases. Actúa hacia todos lados sin discriminar a quien ataca", detalló Claudia van der Molen, administradora del local Wayas Gyros. Reconoció que en sus ocho años de trabajo en el sector nunca había debido cerrar por vandalismo.
"La Plaza Perú es víctima de los desmanes, que son propiciados por estudiantes secundarios que saben que serán liberados rápidamente. El problema es que tras el actuar de Carabineros, los manifestantes vuelven y atacan con mayor intensidad", añadió la administradora de uno de los locales que se vio obligado a cerrar sus puertas durante la tarde del jueves, tras la movilización en favor de la causa chilote.
Los locatarios mantienen un grupo de Whatsapp para estar alerta, mientras que los residentes trabajan con la Junta de Vecinos en estos casos, donde la violencia ha prevalecido en los últimos días.
En la pileta de la plaza persiste un leve ardor en los ojos, mientras los estudiantes entran y salen de la Universidad de Concepción, tratando de cubrirse con sus pañuelos, bufandas o chaquetas.
Con los arreglos de fondo y dos movilizaciones programadas para la próxima semana, la comunidad de la Plaza Perú cifra sus esperanzas en que la violencia de las marchas no siga aumentando.