¿De qué están hablando los artistas en Concepción?
La exposición "La memoria de los lugares" se realizó frente a una situación de carencia en nuestra ciudad. Hace más de una década hemos estado en presencia de una proliferación de nuevas prácticas artísticas, desde autores nuevos y otros con trayectoria, que no han logrado hacerse visibles con densidad reflexiva al resto del público que no sea del arte.
Se ha tratado más bien de una suerte de "no-escena": de acciones, intervenciones, trabajos con video, arte sonoro o bien experimentaciones con la pintura, el objeto, con la fotografía o procesos in situ. Se han situado en la ciudad, el paisaje, en espacios no convencionales, y muy escasamente en salas y galerías.
Los criterios en este reducido circuito oficial han sido más bien refractarios frente a los cambios del arte en Concepción: tienden a una actitud reflexiva frente al contexto en que vivimos.
La muestra abierta hasta este viernes en el Punto de Cultura Federico Ramírez (O'Higgins 555), reúne trabajos recientes de tres artistas relevantes del último tiempo en la ciudad: Rosa Valdivia (1987), Francisco Bruna (1981) y Eduardo Cruces (1987). Los tres son Licenciados en Artes Plásticas de la U. de Concepción, con presencia en proyectos y exhibiciones a nivel nacional e internacional.
Han participado localmente -por ejemplo- en ciclos de Móvil (galería itinerante de Leslie Fernández y Óscar Concha), o desde iniciativas que ellos mismos han forjado. Éste es el caso de Rosa Valdivia, quien está a cargo de Zaguán (librería y sala de arte) y de Cruces, que integró el desaparecido Taller Monstruo.
INVITACIÓN A LOS TRES
Los expositores llevan un rato trabajando, jamás habían expuesto juntos, pero se conocían.
Esta invitación surgió a partir de las ideas de proceso y desplazamiento: si bien los tres se han formado en lenguajes como la pintura y el grabado, las propias reflexiones los han llevado a abordar otros materiales y estrategias. O sea, a "desplazarse" hacia trabajos donde lo pictórico y lo gráfico pueden permanecer, pero no son esenciales.
Si Rosa Valdivia derivó en un momento a imágenes de mujeres cargadas de erotismo, donde "pintaba" con retazos de tela, la costura y lo doméstico la condujeron luego al tejido, trabajando a crochet materiales de la naturaleza o retazos de pantimedias, donde apela a ciertos estereotipos de lo femenino.
Francisco Bruna trabaja a su vez tanto con pintura como con materiales encontrados en la ciudad relacionados a estructuras arquitectónicas, a la memoria urbana, social y cultural.
Pintar sobre estos elementos o disponerlos como hallazgos arqueológicos en una exposición, son operaciones donde lo precario revela historias ocultas de nuestro habitar.
Eduardo Cruces, por su parte, ha transitado del grabado a la acción de arte y de la acción a la palabra. Constantes allí son el concepto de huella, patrimonio e industria, y la propia biografía ligada a la minería del carbón en Lota. Su obra se levanta desde las ruinas del progreso, sublimando los restos, reconvirtiéndolos.
En definitiva, cada obra es parte de una investigación, el reflejo de procesos siempre cambiantes. En la exposición, van cobrando sentido dentro de un conjunto. Cada espacio individual es más bien una instalación y toda la muestra logra despejar ciertas relaciones que antes estuvieron en estado de latencia.
En "La memoria de los lugares", operaciones comunes son la recolección y reconversión de ciertos residuos recogidos desde la naturaleza, la ciudad o sus bordes, que son sublimados y re-significados.
El trabajo con el territorio ha parecido ser una constante en las prácticas artísticas generadas desde acá. Sobre ello y más se buscó profundizar en el conversatorio del 29 de marzo, y que logró la misma dinámica de toda la curatoría: un trabajo colaborativo, estructurado en partes iguales por todos, artistas y curadora, sumándose en esa instancia el público.
Los temas que de allí se desprendieron fueron decidores. Más que abordar preocupaciones temáticas, relevaron problemáticas propias de nuestra escena: el cuestionamiento sobre términos como "arte penquista" frente a autores que constantemente se mueven de la ciudad hacia otras escenas. También la distancia que hay entre artistas y la precaria educación artística que subsiste en las aulas
La falta de espacios de exhibición, pero también de reflexión crítica, de curatorías que permitan visibilizar y relacionar lo que ocurre, y de idoneidad de los medios de comunicación a la hora de difundir la labor de los artistas.
Algo no está a la altura de lo que se está generando en nuestra ciudad cuando ya el salto de las experiencias que antes fueron más silenciosas se están haciendo notar.
Justo en los días en que se inauguró "La memoria de los lugares", se abrieron otras muestras de gran intensidad crítica y estética: "Bienraíz" de la Asociación de Grabadores del Biobío en la Sala David Stitchkin; "Fluvial", de Patsy Milena y Claudio Bernal en Artistas del Acero; "Impuesto/Expuesto" de Valentina Utz en el Instituto Chileno Norteamericano; y "Sostenido" de Valentina Villarroel y Camila Arzola en Balmaceda Arte Joven, entre otras.
¿Qué nexos hay entre ellas? ¿De qué están hablando los artistas en Concepción? ¿Cómo recibe el público estas experiencias? Muchas preguntas pueden quedar sin responder si no se refuerzan los distintos engranajes del sistema.