Las etapas del amor romántico en la adolescencia
Las relaciones románticas, junto al enamoramiento y el desarrollo de las primeras citas con una persona amada, se inician mayoritariamente durante la adolescencia. Su eje central está alrededor del afecto universal denominado amor, junto a todos los procesos psicológicos, sociales y biológicos que la acompañan y que permiten una singularidad dentro de la identidad de cada sujeto, al momento de vivir esta experiencia emocional.
El amor es la necesidad que uno tiene de estar con el objeto y/o persona amada. No sería posible pensar en un amor aislado sin la presencia real o imaginada de un otro.
Las investigaciones en este tema permiten señalar que dentro del camino normativo de desarrollo, se sabe que cerca del 25% de los adolescentes entre 13-15 años declara algún tipo y forma de relación romántica. Esto sube al 40% entre los 15-17 años para llegar hasta un 70 % entre los 18-20 años.
En este marco existen algunas particularidades según la edad. Así se conoce que cerca de los 15 años existen preocupaciones románticas que suelen durar varias semanas, pero muchos creen que la persona amada no les podría corresponder, de forma tal que priman más las fantasías románticas que la experiencia amorosa en sí misma. Estas pueden llegar incluso a ser precursoras de las relaciones amorosas cerca de los 18 años.
La secuencia que describen las relaciones románticas tiene su punto de partida en el arranque del período puberal. En ese momento es frecuente observar contactos entre amistades que toman el carácter de broma junto a miradas y comentarios sobre este otro complementario. Este interés romántico surge dentro de las actividades colectivas con escasas posibilidades de interacciones individuales.
En la segunda fase, en plena adolescencia media, refiérase alrededor de los 15 años, las experiencias amorosas se pueden multiplicar, pueden servir para aumentar el prestigio social ante los compañeros y compañeras, pero necesitan de la aprobación de las amistades directas y, por supuesto, de los padres para tener posibilidades de desarrollarse en el tiempo.
En la tercera fase, cercana a los 18 años, se manifiesta la intención de tener relaciones más serias, tendientes a la exclusividad y la búsqueda de apoyo social, que sea distinto a aquel que brinda la familia de origen y los propios grupos de pares. Es probable en esta etapa se pueda incluir una amplia gama de experiencias amorosas, las cuales pueden considerar relaciones sexuales. Es necesario decir que cuando una relación romántica se establece de forma precoz, es decir, a muy temprana edad, a menudo provoca un deterioro del funcionamiento académico y social, pudiendo afectar el proceso de maduración de los afectos y cogniciones.
Las experiencias asociadas al desarrollo de la capacidad de amar a otro son muy saludables, pues buscan siempre que el otro que nos acompaña sea feliz a partir de la aceptación de nuestra forma de ser y de vivir. La invitación es a observar la forma que toman las relaciones románticas nuestros adolescentes, pues son tanto fuente de alegría, reconocimiento, esperanza como también de sufrimiento y dolor. Los jóvenes necesitan acompañamiento para poder aprender a estar junto a otro en un marco de respeto en las diferencias.