Beneficios de caminar descalzos
El peso corporal es soportado por nuestros pies; por lo tanto, requieren de comodidad y confort, alternanda con un adecuado descanso.
La biomecánica del pie es un factor determinante en la marcha. Al caminar, las articulaciones y musculatura cumplen funciones de movimiento, equilibrio y soporte permanente, y al hacerlo, el pie adapta su estructura al tipo de terreno por sobre el cual nos desplazamos.
Sin embargo, el calzado que utilizamos y que contiene a nuestro pie, no siempre cumple con las características adecuadas. Es por ello que se recomienda que, cada cierto tiempo, liberemos el pie y así facilitar que se expanda.
La manera más sencilla es caminar descalzos y hacerlo sobre diferentes superficies, como pasto, arena, alfombra, cemento, madera, etc.
Tanto la textura como la temperatura y estabilidad de la superficie sobre la cual camine, mejoran la circulación sanguínea de la zona y estimulan los receptores que informan a nuestros grandes músculos sobre la posición corporal. De esta manera aumenta su respuesta frente a desequilibrios que pueden ocasionar lesiones o caídas.
Caminar descalzos debiera ser parte de nuestra rutina al menos dos veces al día. Buenos horarios para ello es al levantarse, de manera que exista un tiempo de adaptación a la carga de peso corporal luego de un descanso prolongado o también puede hacerlo antes de acostarse.
Para que esta rutina tenga un mejor efecto, una buena sugerencia es que luego de caminar descalzo, colocar los pies en altura con las rodillas extendidas para favorecer el retorno venoso, disminuir edema de tobillos y minimizar la aparición de várices.
Fomente en sus hijos esta práctica, puesto que hasta los 5 años, la estructura ósea y las articulaciones del niño son muy plásticas, lo que facilita el desarrollo de pies planos o alguna otra alteración postural en ellos o en las rodillas.