Los cuentos comienzan a formar parte de nuestra vida desde que somos pequeños, breves historias que pueden abrir un mundo de posibilidades de la mano de la creatividad y la imaginación de quien la oye, y también de quien la cuenta. Es por eso que Alejandra Hurtado Cicarelli, fundadora y profesora de la Escuela de Cuenta Cuentos de la Fundación Mustakis, los define como unos catalizadores de viajes que surgen desde la inspiración que entrega un libro.
Ella, actriz y bailarina, tiene 23 de años de experiencia en el arte de contar cuentos y, desde su perspectiva, se trata de un oficio que cualquiera podría realizar, lo que resume en una frase que dice entre risas: "si alguien se enamoró y logró que alguien se enamorara de uno, ya contó una vez bien el cuento".
Los ingredientes básicos para contar cuentos son la dedicación y la imaginación, y en parte eso es lo que busca transmitir a sus alumnos o en los talleres de cuenta cuentos que dicta, como el que ofreció en la Universidad Santo Tomás de Concepción, dirigido principalmente a profesores, que se realizó en el marco de la Feria del Libro Infantil 2015 de la casa de estudios.
Es que es la capacidad de ir más allá de lo que pueda haber y ver en un libro lo que caracteriza a un cuenta cuentos, quien además debe tener la habilidad de hacer que quien oye el cuento sienta que pertenece a éste. Por eso, a la hora de contar un cuento hay que estar consciente respecto a quién lo va a oír, teniendo en cuenta aspectos como la edad, pues no es lo mismo contarle uno a un niño de 4 años, que a uno de 10; y también el lugar donde vive. Es así que en la narración se pueden incluir, por ejemplo, aspectos como la geografía de la ciudad.
Por lo mismo, contar cuentos es un acto cercano y generoso, pues va más lejos de lo que le pueda gustar al narrador, sino que busca descubrir y crear con aquello que le gusta a los que están escuchándolo.
UNA PUESTA EN ESCENA
"Lo lindo de contar cuentos es que la comunicación entre el narrador y quien está escuchando se establezca y para que se establezca la comunicación real uno tiene que permitir los espacios de divagar dentro de la creatividad del mismo niño que está escuchando", agrega.
Es aquí donde la forma de contar el cuento se vuelve importante, y si bien hay narradores orales que dicen exactamente lo que escribió el autor y que sin moverse de una silla son capaces de conmover profundamente, para Hurtado, con un amplio conocimiento en las artes escénicas, contar un cuento es una puesta en escena donde principal herramienta es el cuerpo, con sus movimientos y el uso de todo el aparato vocal, y que no se lleva a cabo sólo mediante la repetición de un texto determinado.
Por el contrario, si bien hay una estructura que se debe respetar (inicio, clímax y un final de una historia escrita por un autor) también le gusta preparar el cuento desde una intención determinada, donde los cambios en los tonos y ritmos de la voz e incluso los silencios se transforman en valiosos recursos que permiten que quien oye no pierda la atención y pueda vivir una intensa aventura a través del narrador.
Así, hacer sonidos diferentes o inventar palabras para que los personajes tengan su propio lenguaje son formas de sorprender y de hacer al niño parte del cuento.
"El uso del cuerpo no sólo llama la atención de quien escucha, sino que uno empieza a divertirse tanto cuando cuenta cuentos, que comienza a tener una facultad hipnótica con quien te escucha, porque están ahí viviéndola", asevera. Sobre esto, explica que aunque en sus puestas en escena con su compañía de teatro utiliza un instrumento musical y/o un muñeco, esto no estrictamente necesario, así como tampoco lo es pintarse pecas y caracterizarse de niño pequeño. "Hoy en día los niños están expuestos a una serie de estímulos y hacerse una pulguita chiquitita para contar un cuento no es lo que más les atrae. Sí les atrae ver a personas reales que con toda su genialidad y locura pueden sorprenderlos", plantea.
ÚTIL HERRAMIENTA
Los cuenta cuentos suelen asociarse a la entretención, pero con sus más de dos décadas ligadas al oficio, Alejandra Hurtado, está cada vez más convencida de que contar cuentos puede ser útil al interior del aula, siendo una herramienta desde la cual se pueden fortalecer y hasta descubrir elementos teóricos, por lo que se debe saber aprovechar. "Creo que el cuento debiera ser el motor que guiara las diferentes materias en la escuela, porque si antes de abordar un tema en particular uno tuviera la posibilidad de contar cinco minutos un cuento, de partida hace que los niños sientan que están hablando en su lenguaje y desde ahí motivarlos a lo que sea, desde una suma hasta historia", explica.
Además, dice que a través del cuento es posible endulzar temáticas que son sumamente complejas de abordar desde lo concreto, como el bullying y la importancia del respeto al otro, hasta llegar al punto de hacer que los niños hablen de algún problema que tengan de una forma mucho más libre. "Quizá si uno habla a un curso de niños de ocho años sobre el acoso escolar propiamente tal no logre llegar a ellos, pero mediante un cuento uno hace que los niños se conmuevan, que vean qué es lo que sienten al respecto, que se identifiquen, que sepan si es que les está pasando a ellos y logren sacar lo que tienen dentro", comenta.
Y lo anterior no sólo pasa con los niños. De hecho, menciona experiencias enriquecedoras en hogares de ancianos y salas de espera de hospitales, deteniéndose particularmente en una con madres solteras que asisten a un Cesfam (en la Región Metropolitana), rodeadas de historias de dolor y vulnerabilidad, con las que están trabajando para promover y fomentar el apego. Para eso las están haciendo crear el cuento de su vida que quieren que sus hijos conozcan. "Se recurre a la fantasía para armar una historia que a lo mejor a ellas les pone más cómodas y les sube su autoestima. Al trabajar así se sanan un poco las heridas que se puedan tener", concluye.