Juan Carlos Vera marcó a una generación de científicos
La muerte esta semana de Juan Carlos Vera me dejó mal, lo reconozco. La verdad la noticia me pegó llegando a la UdeC un poco tarde, después de haber liberado un buen poco de dopamina cerebral por ver a mis papás tan contentos después de una charla Tedx en Concepción. En fin, la noticia me dejó mal porque Vera era un excelente profesor, único en nuestra Universidad. Sé que a algunos científicos les pudo parecer un tipo raro, introvertido o qué sé yo, porque llevo menos tiempo en el asunto de las ciencias.
Conocí a los alumnos del profesor Vera y escuchaba lo que decían de él, conocí a renombrados académicos nacionales y también escuché lo que decían de él. Por supuesto tuve la oportunidad de conocerlo directamente. No mucho, pero tuve la oportunidad de conversar varias veces con él directamente haciéndome una pregunta en la defensa de tesis o seminario de unidad mientras hacia mi doctorado. Lo interesante de conversar con él era que era un tipo muy, muy inteligente y que pese a que no te miraba muchas veces directamente, hacía unas preguntas que dejaban pensando, que hacían funcionar el cerebro. Normalmente llevaba tus resultados muchas veces obtenidos en animales de experimentación como ratones, a la realidad humana y te volaba la cabeza. Desde el punto de vista científico intelectual, Vera destacaba. Cientos de artículos científicos, dos doctorados, trabajo en NYC y se vino a la UdeC donde tuvimos el privilegio de interaccionar con él.
En ese sentido, pude observar mucho a Vera, quien tenía cualidades notables en el área científica, cualidades que yo no he visto en muchos profesores la verdad y que me gustaría ver más. Vera era un tipo que prefería perder de su sueldo y ayudar a sus alumnos y eso es para mi impagable, dignísimo para quien hace un trabajo científico duro y que obtiene los datos con los que tantos profesores con sus doctorados y postdoctorados y postpostdoctorados usan para ganarse sus proyectos y con ellos aumentar su sueldo base. Vera en cambio no le importaba "perder" un poco de dinero y "su bolsillo" porque entendía que el alumno de postgrado que hace experimentos, es un profesional que trabaja para el investigador titular y que tienes que ser tratado dignamente.
Una vez un colega llega donde Vera y venía medio mal porque la vida lo había tratado mal, había terminado su relación y en proceso había intervenido otro profesor, todo un asunto y la cosa era complicada, media gris para él. El asunto es que mi colega le pidió trabajo a Vera, le contó su situación y conversaron un rato. Me imagino yo en su oficina en un formato todo muy universitario en el Arco de Medicina de la Universidad de Concepción, un clásico para mí que llevo ligado toda mi vida a esta universidad. El resultado fue que no solo le dio trabajo si no que le pagó un mes por adelantado, ya que mi colega estaba en una situación complicada y precisaba de dinero. Dignidad como esa he visto muy, pero muy pocas veces y me da mucha pena que se haya muerto un tipo así. Tampoco será fácil olvidar cuando se quemó la facultad de Ciencias en Valdivia y Vera se trajo a muchos alumnos para que pudieran terminar sus tesis en su laboratorio asumiendo todos los costos que ello conlleva, Vera era un grande de verdad.
Se extrañará todo lo relacionado con su persona, su pasión por la comida, por su profundo gusto por la investigación y su manera única de ayudar y trabajar con sus alumnos. Son sólo ejemplos que ya no nos acompañarán, pero son aspectos menores ante el hecho de que las personas dedicadas a la investigación, ligadas de alguna forma a su trabajo o que simplemente deseaban relacionarse con su trabajo, no lo tendremos más y lo extrañaremos profundamente.
Hoy se ha muerto un grande de la ciencia y deberíamos parar un rato, hacer duelo, de tal forma de honrar a una persona que marcó a toda una generación.