"El color de la seda" o los ánimos proyectados
Lo que partió como una inquietud por el gusto de los pañuelos hacia el 2001, para María Eugenia Rivera terminó por convertirse en una expresión personal de colores, vida y pasiones dichas o calladas, pero siempre representadas.
Es lo que se puede sentir al observar los trabajos fundados en los trazos de la acuarela, en la exposición "El color de la seda", que actualmente abierta -hasta el jueves- en la sala del instituto Chileno Norteamericano.
Un total de 17 "pañuelos" expuestos en gran formato de cuadros, componen una apuesta que saca a relucir la personalidad extrovertida de esta artista, quien se introdujo en la delicada textura de estas telas, a partir de los consejos y apreciaciones de sus más cercanos. Clave, para asumir este rol creativo, sería la curadora Macarena Murúa. Ella, finalmente, incentiva a Rivera, para montar su primera exposición en 2006.
De aquel inicio en la entonces sala de la Ucsc, la notario penquista suma 12 muestras individuales, incluyendo la que actualmente está en las paredes del centro binacional.
Interesante en este vuelo, es que María Eugenia también ha llevado sus telas, con buena recepción, a puntos alejados de su propio territorio: Moscú (2007), Atenas, Londres y Tánger (2008) y Barcelona hace cuatro años.
"Me he dado cuenta que mientras más tiempo pasa, hay mucho que decir, que relatar", señala la pintora. En sus trabajos pareciera escribir con signos, manchas y trazos. Allí se cruzan lecturas a partir de las mezclas del rojo, azul y amarillo. "Está la urgencia de decir cosas, pues hay mucha pluralidad de temas", acota, lo que proyecta en trabajos luminosos, pasionales y, también, cargados de mucha energía. "Por las ganas de dejar un testimonio, el cual puede ser agresivo, profundo, alegre", comenta, quien en cada uno de estos trabajos proyecta estados anímicos que transitan por intensidades o pausas de las más variadas naturalezas. "La idea es jugar, y que los cuadros hablen", y lo hacen de diferentes cosas.
Desde lo abstracto, entonces, es que comienzan a plantearse ciertos motivos figurativos en la mirada del propio visitante. "La idea es que cada uno vaya descubriendo imágenes por la libertad de la mente", señala, quien en esta faceta se aleja libremente de su profesión -"(en la oficina) me ha tocado dirigir siempre"-, para internarse en su propia mente, deseos, alegrías y las tristezas: también son parte del imaginario de quien fue la menor de 7 hermanos.
Por lo mismo, a través de estos trabajos, María Eugenia logra entablar su íntima comunicación con Jorge -su hijo fallecido hace 26 años- y que siente como una de sus principales inspiraciones para dejarse llevar por estas sedas.
Es ella quien las va descubriendo, a través de la ejecución con colores vivos, siempre vivos, que representan una personalidad fuerte, pero también lúdica, entretenida y colmada de ideas.