El penquista que blinda el arco de un equipo de Tercera División de Israel
Asegura que el idioma no es un problema, ya que el lenguaje de la "pelotita" en el fútbol se entiende igual en todo el mundo. Y que jamás imaginó que iba a pisar pastos tan lejanos y, menos, que iba a lucir los colores de una camiseta de un club de Tercera División de Israel, que ni en el sueño más remoto, pensó iba a defender. La anterior es una parte de la historia de Francisco Salgado (34 años), periodista de la UdeC y hoy arquero de un equipo de la liga semiprofesional futbolera del citado país del Medio Oriente.
Durante su época de universidad, Salgado destacaba por su afición al deporte. El fútbol y el básquetbol aparecían como su debilidad. De hecho, Francisco era de aquellos que no se perdía ni una "pichanga" en la cancha de hockey (al lado del edificio del Virginio Gómez) de la Universidad de Concepción o un partido de la llamada liga interfacultades. Lo mismo ocurría con el básquet.
Difícil adaptación
Tras salir de la universidad el 2005, Francisco realizó diversas actividades en el desarrollo de su profesión, se casó con Patricia Méndez y el 2009, motivado principalmente por el tema laboral, decidió emigrar con su familia a Israel.
"El hecho de que mi esposa tuviera la doble nacionalidad chileno-israelí facilitó mucho las cosas", cuenta.
Una vez instalados, para Francisco, el idioma y la idiosincrasia hicieron difícil la adaptación. "Soy periodista, por lo mismo, trabajar en un país con el hebreo como idioma oficial y con escasos medios de comunicación de habla hispana complicaba todo. Rápidamente asumí que sería muy difícil trabajar en mi profesión", agregó.
Lo bueno de allá, bajo la mirada del comunicador penquista, es que las oportunidades laborales no dependen mucho de un título.
"Si demuestras capacidades, puede optar a cualquier empleo, exceptuando, obviamente, aquellos que necesiten obligatoriamente preparación universitaria", destacó.
La vía de escape
En ese transitar por la vida en un país lejano, Francisco precisó que "me pude adecuar lo mejor que pude y el deporte fue mi gran vía de escape. Crecí rodeado de balones, mi madre jugó básquetbol hasta los 40, y mi familia era muy futbolera, por eso siempre estuve ligado al fútbol y al baloncesto, por lo que fue como natural usarlo en mi adaptación".
Expone que en Israel la cultura deportiva es masiva. Hay canchas de pasto sintético y multicanchas en gran cantidad. "Así que rápidamente me metí en el mundo del fútbol. Comencé jugando pichangas con mis amigos y en 2010 me invitaron a participar de un equipo en una liga amateur, donde cada club, de varias ciudades de Israel, estaba formado principalmente por inmigrantes europeos. Ahí jugué cuatro años, gané dos campeonatos e incluso fui elegido mejor arquero de la liga en 2012", precisa.
Hasta que el 2014 se le acercaron dirigentes de un club que comenzaba su primera temporada en la tercera división del fútbol israelí, donde esa división es semiprofesional y con 34 años encima, "la oportunidad se veía bonita, así que acepté. En los entrenamientos me sentí cómodo rápidamente, y resulté ser uno de los jugadores con más experiencia, así que me acoplé rápido y me gané la titularidad", añade.
Explica que "en casi todas las divisiones del fútbol de por acá hay muchos jugadores y equipos árabes, principalmente de zonas beduinas, y eso en un principio fue un poco raro". Pero contrariamente a lo que pueda pensarse, por el tema del conflicto con los palestinos, Francisco señaló que en la cancha hay paz.
"La verdad es que nada de eso se nota en la cancha, los roces son propios del fútbol y la política se deja afuera", manifestó.
Agregó que "además está el hecho de que las leyes son muy severas con los que provocan desmanes de tipo racista. Bnei Sachnim es un equipo profesional que juega en la Primera División. Está formado sólo por árabes, y si bien es cierto, los conflictos existen, nunca han sido tan graves, porque los castigos son durísimos, y así en todas las categorías".
Cuenta que desde que se puso la camiseta amarilla de su nuevo equipo, "en la primera temporada, que finalizó en mayo, se cumplió el objetivo de mantener la categoría, y a mí me premiaron como el jugador con más minutos disputados, incluso fui capitán en algunos juegos".
De acuerdo a lo que tiene programado, en agosto próximo vuelve a las prácticas, para preparar la nueva temporada que empieza en octubre. "La meta es seguir mejorando, pero es un equipo muy joven, con un promedio de edad de 25 años, así que hay mucho margen de superación", finaliza.
Copa América y familia
En cuanto a su vida familiar, el periodista penquista dijo que "mi señora, Patricia, siempre me ha apoyado en esto del deporte, y tengo dos hijos varones que van por el mismo camino. El mayor, Oren, tiene 6 años y el menor, Noam, 2 años y medio, los dos ya son fanáticos del deporte en general, y del fútbol en particular".
Añadió que "hace un año, además de mi trabajo formal, participo como periodista en un medio digital israelí dirigido por un chileno. Mi principal motivación es estar tranquilo con mi familia y mi trabajo, sentirme bien jugando y que mis hijos alcancen a verme en una cancha, peleando por los puntos. Por ahora, debido a mi edad, no sé cuánto tiempo me queda en el fútbol competitivo, pero agradezco al deporte el tener la oportunidad de hacer algo que me gusta tan lejos de mi Chile".
Los partidos de la Copa América, sobre todo cuando juega la selección chilena, los ve por televisión con un amigo, a eso de las dos de mañana, por la diferencia horaria. "Por la hora es difícil juntar gente. Pero los partidos donde juega la Roja, que se extraña tanto, los disfruto por transmisión de cable con un primo de mi esposa", dijo Francisco.
"Ya, ahora me voy a dormir. Mañana trabajo y acá es muy tarde", finaliza Francisco. Y es que las seis horas de diferencia que hay entre Chile e Israel son limitante al momento de comunicarse.