Dineros de los partidos
La Séptima Encuesta realizada por la Universidad del Desarrollo y El Sur ha recogido la opinión mayoritaria de las personas, en el sentido de que no desean que el Estado gaste recursos en financiar de manera permanente a los partidos políticos.
La encuesta presencial se realizó a 587 entrevistados mayores de 18 años, en Concepción, Talcahuano, Chiguayante, Hualpén y San Pedro, los días 11 y 12 de este mes, en momentos en que los medios de comunicación difunden las irregularidades que se han descubierto en el financiamiento de las campañas políticas, a través de la emisión de boletas falsas o asesorías ficticias a empresas.
Una de las conclusiones reveló que el 77% de los encuestados se opone a que el Estado financie a los partidos, versus el 19% que está de acuerdo. Esto resulta paradojal porque también hay una fuerte oposición a que las empresas sean financistas de esas actividades, tema en el que indudablemente influyen los casos de irregularidades que se han conocido. El debate entonces deberá darse respecto a cuáles deberían ser -finalmente- las fuentes de financiamiento. Con seguridad, el Consejo Asesor contra los Conflictos de Interés, Tráfico de Influencias y la Corrupción, creado el 11 de marzo de este año por la Presidenta Michelle Bachelet, deberá entregar sus propuestas al gobierno mañana, con el fin de que el Ejecutivo elabore los proyectos de ley destinados a resolver los temas en cuestión.
También en la encuesta regional, el 92% se inclina porque los candidatos que no respeten la normativa que regula las elecciones deben perder el escaño o cargo que hayan ganado. Y el 86% cree que debe limitarse fuertemente la contratación de familiares de parlamentarios o de autoridades de gobierno en la administración pública. Asimismo, la mayoría está de acuerdo con limitar las reelecciones de parlamentarios, alcaldes, concejales y consejeros regionales.
Si bien es cierto que preocupa en Chile la baja aceptación que ostentan las colectividades partidistas, ello debe ser constatado como una oportunidad para que los políticos asuman las correcciones. Ello nos insta a la reflexión y a no repetir los graves excesos y trastornos del pasado cometidos por una clase política que alentó un divisionismo que nos precipitó a una grave crisis institucional, que acabó por distanciarnos del gran objetivo de sacar adelante el país.