Dice que no extraña La Moneda y que la posibilidad de que su marido, el ex presidente Sebastián Piñera, intente volver al Gobierno no es una decisión tomada.
Cecilia Morel, la ex Primera Dama, entrega su visión sobre los últimos episodios públicos que han sacudido al país y defiende el gobierno encabezado por su marido. Además, comenta el Caso Caval, que involucra al hijo de la Presidenta Bachelet.
Esta semana Cecilia Morel dictó en Concepción una charla sobre su fundación Elige Vivir Sano, en cuyo contexto abordó el tema de la desigualdad. Ella asegura que el camino para revertir esa realidad es a través de una buena educación y más empleo.
-Es muy desigual. Soy consciente, aunque nosotros tengamos una vida muy privilegiada. Uno tuvo la suerte o la oportunidad de nacer en una familia determinada, con padres educados, tuvimos a una buena educación y de ahí viene todo un círculo virtuoso. Pero hay muchas personas, especialmente de mi generación, que no tuvieron ese acceso. Hoy, gracias a Dios, la educación está siendo muy masiva y casi no tenemos analfabetismo. Los jóvenes están accediendo a la universidad o carrera técnicas y prácticamente no hay jóvenes que no accedan a educación superior. Todos los que quieran pueden hacerlo. Incluso antes de la reforma de educación gratuita. Esta desigualdad también se da en el tema de la obesidad: los niños de familias más pobres tienen mayores problemas de obesidad que los de familias con más recursos.
- Lo que sucede aquí es que todos queremos que el país progrese y la gente tenga mejor calidad de vida y mejores ingresos. Diferimos del camino para lograrlo. La centroderecha le sigue dando importancia al crecimiento económico. Vemos cómo las reformas tributarias y laborales afectan, desgraciadamente, al empleo. Nosotros creemos que es mejor que las personas tengan empleo y que vayan mejorando sus condiciones. En el gobierno de nosotros hicimos el ingreso ético familiar, que fue un programa precioso y que también estaba ligado al esfuerzo de las familias. Hicimos mucho trabajo desde el punto de vista social para combatir la desigualdad. Si miramos los últimos veinte o treinta años, la pobreza ha bajado considerablemente. Lo que no quiere decir que no haya pobreza. Cada pobreza es un drama. No vale el promedio, salvo para mostrar la disminución. Y esta disminución sí se ha logrado con este modelo.
- Con los otros modelos económicos no se produce disminución de la pobreza. A lo mejor se produce redistribución, pero a la larga, todos los países que siguen el otro modelo llegan a éste. Porque al principio todo es 'jauja'. Se reparte todo y estamos regios, pero después empieza el déficit y la falta de producción, que es gravísima. También hay una concepción del ser humano que es distinta. Uno coincide en que si la persona tiene las oportunidades, va a usarlas y saldrá adelante. El otro modelo cree que las personas nunca van salir adelante y el Estado tiene que suplir las carencias de esas familias.
- Si se da buena educación y se genera empleo, las personas van a surgir. Si una de las dos falla, por ejemplo si se educa mucho y no hay empleo, va a ser peor, porque va a tener personas muy formadas y con niveles mayores de frustración. De hecho, hoy tenemos personas universitarias que no tienen trabajo o están pésimamente mal remuneradas.
- No se da más que antes. Se da, no más. Tengo una hija médico, a la cual le dieron hace poco su tercera especialidad y me dice lo que le pagan en el hospital. Es dramático, no para ella, sino que ahí digo, claro, ¿cómo los médicos se van a quedar en los hospitales si los sueldos son realmente bajos? Ahora, no es llegar y subir. Todos quisiéramos que todos ganaran mucho más, pero hay que ser realistas. No tenemos más plata.
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- La verdad, para mí no fue un trauma cuando empecé en La Moneda. Mi adaptación fue fluida y me encantó. Fui tremendamente feliz, tengo un sentimiento lleno de gratitudes. Tal vez lo más fuerte que me queda de ese periodo. Tener estas siete fundaciones, acompañar al presidente, el programa 'Elige Vivir Sano', entre tantas otras cosas, fue maravilloso. No tengo nada de qué quejarme de mi paso por ahí. Pero, al contrario de todo lo que el mundo piensa, no he echado de menos. Lo he comparado con cuando uno va a estudiar afuera por uno o dos años. Uno disfruta, tiene amigos nuevos, se le abre un mundo y amplía la visión, pero sabe que sus raíces están acá.
-Esto tiene que ver con la etapa en la vida en que estoy. A mi edad cuesta mucho proyectarse a largo plazo. Cuando me fui, me decían: 'Va a volver' y respondía: 'Déjenme salir primero, aterrizar en mi casa y vivir la etapa en que estoy'. Una decisión de esa naturaleza va mucho más allá de la frivolidad de decir 'me gusta o no'. Si se llegara a plantear un desafío de esa naturaleza, uno lo asume. Creo que a partir de este año van a perfilarse los futuros candidatos. Hay algunos que siempre están, como Marco Enríquez Ominami. Pero, creo que Sebastián siempre ha sido un hombre político y los que han sido presidentes siempre han estado ligados. También, estamos viviendo una crisis de proporciones en que nadie quiere asumir muchos liderazgos. Comprendo el sentir de la gente, que están espantados, pero, no podemos desprestigiar la política porque estamos en riesgo del populismo más salvaje. Quién va a querer ser político con este nivel de desprestigio. Es verdad, hubo un círculo vicioso, pero no son todos. Todo esto que ha salido a la luz es porque los parámetros de transparencia han funcionado. Hay herramientas para Fiscalía, como también herramientas de transparencia de los organismos públicos.
- Eso no lo puedo contestar hoy. En la conversación de pareja, me dice 'honestamente no lo tengo decidido'. Eso me dice. 'No lo he decidido aún', tal cual.
-Nosotros tuvimos un proceso malo de elección de candidatos y eso nos llevó a un fracaso. Esa culpa fue compartida. Creo que el gobierno fue subiendo la aprobación y hoy me impresiona que dirigentes vecinales, que incluso eran de Bachelet, como la señora de Caleta Tumbes, dicen que están desilusionados porque aquí no se ha hecho nada y quieren que vuelva un gobierno como el de Piñera. Le diría a Marco que con él sería mucho más volver al pasado, volver cuarenta años atrás, que eso si fue un fracaso para la sociedad. O imitar modelos, como el de Cuba.
- Creo que había una tradición, que las primeras damas ocuparan ese cargo. Segundo, las fundaciones yo las gestioné, potencié y respeté y traté de hacerlo lo mejor posible, porque cada una de ellas fue obras de ex primeras damas. Eso no sólo lo valoro, sino que también lo respeto. Dije antes de retirarme que teníamos que reflexionar si estas fundaciones deberían seguir dependiendo de la Primera Dama o ver dónde y cómo las traspasábamos. Es decir, quienes las dirijan deberían ser elegidos por Alta Dirección Pública o que cada gobierno nombre a alguien como quien nombra a un ministro, subsecretario o un seremi. Que tenga un sueldo, se haga cargo y que tenga que responder bien. Nosotros respondimos bien y nos sometimos al mismo nivel de transparencia que los organismos públicos.
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- No creo que haya dañado las fundaciones. Creo que él daño más al Gobierno, porque contradijo, con una contradicción vital, (el discurso) de que quienes están en el Gobierno y están contra los poderosos, los privilegios, las influencias y los contactos. No puedo decir que se trate de tráfico de influencias o información privilegiada, porque eso está siendo investigado. Pero, sí le hizo un daño al Gobierno, no a las fundaciones.
- Muy difícil, porque después de la guerra todos somos generales. No soy política ni presidenta. Aquí hay dos situaciones. Obviamente, como mamá digo: 'Pobre, lo que ella está sufriendo'. Para ella tiene que haber sido muy duro y creo que lo sigue siendo y se nota. Está más tensa la Presidenta y no está cómoda. En la parte humana, la entiendo demasiado como mamá. Ahora cuando uno está en la Presidencia y tienen la máxima autoridad del país, tiene que marcar su liderazgo. Ahí es ella y el Gobierno. Entiendo que se produce esta disociación entre lo afectivo y lo correcto y la probidad del aparato público.
- No. Es que es difícil porque uno siempre es madre. Creo que el problema no es que los presidentes no puedan expresar sus opiniones. Pueden hacerlo. Pero, creo que un presidente está en un rol que no puede abandonar nunca. Cuando uno es presidente, lo es las 24 horas del día y por los cuatro años que fue elegido.
-Le creo a ella. Es muy posible. Yo no tengo idea respecto de qué hacen mis hijos y nos les ando preguntando si 'invertiste o no lo hiciste'. Les preguntó si están bien. Y ellos me van informando de lo que ellos quieren y en general tengo muy buena comunicación y no tengo conflicto. De verdad, le creo a la Presidenta que no tiene por qué haber sabido.