Aborto: el mal social de nuestro tiempo
El envío del Mensaje de la Presidenta de la República a la Cámara de Diputados el 31 de enero del presente año inaugura el debate legislativo sobre la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo por tres causales: evitar un peligro para vida de la mujer, cuando el embrión o feto padezca una alteración estructural congénita o genética incompatible con la vida extrauterina y cuando el embarazo es producto de una violación.
La opinión pública desconoce que la prohibición absoluta del aborto en nuestro país en 1989 no modificó la disminución sostenida de la mortalidad materna y mortalidad por aborto en los últimos 50 años. Por lo tanto ni la evidencia científica al respecto ni el cambio en el estado del arte médica sustenta el hecho que modificar la actual legislación vaya a disminuir la mortalidad materna al despenalizar el aborto.
Sin embargo, el proyecto presentado por el gobierno contempla importantes ambigüedades que hacen sospechar que no se trata sólo de una despenalización sino una legalización por las causales descritas y que, eventualmente, se repetirá la experiencia del concierto internacional donde el aborto aumenta año a año.
Los límites de edad gestacional para terminar con la vida de niños no nacidos, sólo especificados en la causal de violación, han sido formulados de manera arbitraria y se ha ampliado hasta las 18 semanas de vida intrauterina en caso de menores de edad hasta los 14 años. Las patologías maternas ya no especifican una grave condición que afecte la vida de la madre sino un riesgo presente o futuro (potencial) lo cual se contrapone a un actuar médico proporcionado a una situación de gravedad objetiva y actual que exime de responsabilidad en los casos dramáticos en que es lícito actuar teniendo como efecto no querido la muerte fetal. Adicionalmente, no hay especificidad respecto al diagnóstico de las patologías embrionarias o fetales incompatibles con la vida extrauterina, el cual sólo requiere de la opinión de dos médicos cirujanos, cuyas experticias claramente distan de un especialista perinatólogo. Finalmente, el proceso de constatación de la causal de violación es incierto, al no requerir un proceso penal, y la persecución penal del violador podría verse comprometida al eximir al equipo médico de la denuncia correspondiente.
Las mujeres no se beneficiarán con estas medidas. Al contrario, agregarán riesgo a su salud mental y física, tendrán que vivir con el dolor de haber permitido poner fin a la vida de un hijo, muchas veces solas y sin redes de protección. Muchas de ellas no modificarán necesariamente las circunstancias en que estos embarazos vulnerables se han gestado y por tanto reiteraran una y otra vez esta experiencia traumática.
Rechazamos la propuesta del Ejecutivo al no tener sustento científico serio, ser ambiguo en sus términos y poco transparente en su elaboración. Se debe propiciar un trato más respetuoso y humano del binomio madre-hijo acompañando y no abandonando en las dificultades,previniendo el mal social que es el aborto.
Dr. Cristián Vargas Manríquez
Red por la
Vida Concepción