Fabricantes regionales de calzado de cuero se niegan a desaparecer
A mediados de los 90, Chile entró de lleno al mercado mundial. Los Tratados de Libre Comercio realizados durante el gobierno de Eduardo Frei trajeron al país un fuerte realce económico, con la llegada de comerciantes extranjeros. Entre ellos los chinos, quienes importaron un sinfín de productos a precios accesibles por la gran mayoría de los chilenos, aunque de una calidad inferior. Uno de estos productos son los zapatos. El calzado sintético tiene un costo de producción bajo, por lo que su precio en el comercio puede llegar a menos de $5 mil.
En la región en ese entonces existían cerca de 60 fabricantes nacionales de calzado de cuero de alto estándar de calidad. Un producto de larga duración y que era el preferido por los compradores. El nuevo calzado asiático generó recelo y desconfianza en un principio, ya que se comprendía que era de una calidad inferior, pero con el paso de los años fue ganando terreno hasta destronar definitivamente al nacional. La cantidad de fabricantes de la región se redujo de forma gradual y hoy son muy pocos los que aún se dedican al rubro.
En la actualidad los pocos que van quedando buscan estrategias para mantenerse vigentes. En el centro penquista tienen una ubicación permanente en la esquina de Tucapel con Maipú, pero aún así esta puesta en escena no les ha sido suficiente para mantener lo que para ellos es una tradición.
FERIA
Frente a este panorama, hace años los fabricantes se reunieron en la Asociación Fabricantes de Calzado y realizaron el proyecto "Feria del Calzado", en la que venden mayoritariamente calzado escolar.
Comenzaron instalándose en la Plaza España, luego se trasladó a Plaza Perú, después llegó a la Plaza Tribunales y este año se ubica en la Plaza Independencia, ubicación que los favorece, ya que el flujo de personas es mucho mayor.
Para Gina Salazar, quien viene desde Chiguayante a la feria, el apoyo de la Municipalidad de Concepción es imprescindible para la realización de estas actividades. "El dejar el lugar, invitarnos, lo que significa que nosotros no pagamos aquí, todo lo que vendamos será ganancia. Cosa que necesitemos ellos están ahí para ayudarnos".
Gina, que lleva más de 25 años en el rubro, cuenta que con la entrada de los comerciantes chinos debieron reducir su personal y "buscar otras alternativas, como ir de feria en feria, salir a los pueblos chicos, que aún valorizan el zapato chileno". Actualmente la fabricación es netamente un negocio familiar, ya que contratar a alguien que los ayude aumenta aún más el precio del producto.
VALOR AGREGADO
Para enfrentar las pocas ventas, los negociantes han debido buscar formas de llamar la atención del cliente. Maritza Vidal, de Calzados Angelinna, cuenta que uno de los problemas que tuvieron que tratar son las tendencias de la moda, por lo que sus productos son de tipo más juveniles.
"Las personas no se fijan en la calidad, sino que en el precio, aunque de a poco nos hemos ido dando a conocer. Llega poco público porque creen que son muy caros, pero comparado con las tiendas que venden cuero es mucho más barato".
Además, hacen calzado a medida y con los materiales y diseños que el cliente pida. Todo esto sin cobrar más de lo que cueste el zapato. Los valores fluctúan entre los $20 mil y $30 mil.
EL FIN
Pese a sus intentos por mantener la tradición, los micro empresarios del cuero nacional no ven un futuro esperanzador. El precio de la materia prima sigue aumentando, muchas veces deben ir a comprarla en Santiago y la cantidad de clientes no está acorde con los esfuerzos que hacen por seguir fabricando.
"A medida que van pasando los años esto se va a extinguir, no vamos a existir, ya que nuestros hijos se están educando y se van a dedicar a otra cosa, como saben que es sacrificado y tanto el esfuerzo que hay que hacer. La juventud ya no se interesa en trabajar el calzado", sentencia Francisca Rebolledo, también partícipe de la feria, la que se instaló el 18 de febrero y estará en la Plaza Independencia hasta el 4 de marzo.