Dulce-amargo aniversario
Conmemoraremos 5 años del terremoto 8.8. La pérdida de vidas y daños en infraestructura, bienes públicos, privados y fuentes laborales son situaciones lamentables que podemos abordar, anticipar, prevenir y controlar en la medida que la experiencia sea estímulo para educar a la ciudadanía a partir del entorno inmediato.
Reconocer zonas de seguridad y conocer los efectos que estos fenómenos generan, como falta de comunicación y servicios, problemas de conectividad vial, carencia de alimentación, inseguridad etc., así como contemplar estrategias y planes de acción durante y tras un sismo de alta intensidad, lugares de encuentro familiar y/o ciudadanos a partir de la capacidad de resiliencia de los espacios públicos, son fundamentales para transformar los primeros momentos de fragilidad en un estado resguardado.
La reconstrucción ha sido tarea de largo aliento, difícil, de alto costo y de esfuerzo. Sin embargo, para muchos ha sido insuficiente, tardía, inoportuna o pendiente. La polémica ha resurgido debido a la oportunidad u oportunismo de algunos frente al amargo recuerdo, el genuino dolor de muchos ante la pérdida de seres queridos. Para otros es la oportunidad de pasar cuentas mezquinas a gobiernos de turno, adjudicándose la recuperación de un pedazo de territorio, la entrega de una vivienda, carretera o puente, o empequeñeciendo la reconstrucción al poner placas a la manera de trofeo de guerra como si el propio terremoto no hubiese tenido ya suficiente rudeza.
Dichato es un ejemplo de este tironeo. Su reconstrucción puede ser mirada con orgullo por sus habitantes que han recuperado la esperanza para encontrarse hoy con un dulce rostro frente a la tragedia original. También deben sentir orgullo quienes con su trabajo, remunerado o voluntario, gestado desde lo público o privado, obra del actual gobierno o del anterior, aportaron con experticia, convicción, dedicación y voluntad por el bien de otros.
Polémico es el Memorial Conmemorativo del Terremoto y Tsunami 27F emplazado en el Parque Costanera. Un hecho consumado -sea una excelente obra o no, coloquemos en duda su valor y miremos con suspicacia la oportunidad política con que fue inaugurado- puede convertirse en un lugar conmemorativo en la medida que sea posible recorrerlo y reconocerlo. Así será parte del paisaje local conocido y aceptado como parte de la historia reciente.
Agredirlo es agredirnos a nosotros mismos. El vandalismo no tiene cabida en el espacio público de una sociedad democrática, así como tampoco tienen espacio disputas sobre quién es el verdadero alquimista de la reconstrucción. El Memorial debe ser repensado para convertirse en un emblema para conmemorar este dulce y amargo aniversario 27F y así recuperar la civilidad y dignidad o el bien llamado espíritu republicano.