El año que se inaugura
Meto mis pies en los estribos del nuevo año. Salgo al galope del refrescante 2015. Atrás quedan las huellas algo desdibujadas de 2014, ya lento y casi envejecido. Vivo la inauguración de 365 días que me causan optimismo y esperanza; anhelo y ánimo; hierba y perfume.
Descorcho el ánimo con sus burbujas alegres y chispeantes. Escucho la música de la alegría y de la vida. Hago acto de fe en los días que vienen, aún no pisoteados. Sin el castigo de la extinción ni de la oscuridad.
Me martilla el ruido de las horas quebrantadas e infieles. Limo los grilletes que me unen a los minutos que transcurren lentos y morosos. Gozo con la felicidad que vendrá transparente como una copa de cristal de Murano. Huelo la albahaca con su perfume vegetal y el alhelí del jardín colgante de la vecindad.
Ante mis ojos brillan las guirnaldas policolores y las banderas danzantes de un barco que navega triunfador por la espuma de un mar áspero. Tengo en mis manos las llaves para abrir el pórtico de esta temporada nueva y sorprendente. Creo en la oración ajena a la rutina, lejana de la monotonía, ausente del aburrimiento.
Las hojas del calendario soplan con sus números abundantemente azules y escasamente rojos. Los primeros, hechos para la disciplina, el sacrificio y el trabajo. Los segundos para la poltrona, el descanso, y la fiesta. Aunque paradójicamente muchos tengan origen religioso, en un país confeso católico, de raro en raro se oye el murmullo de un rosario con la consagración de una misa. Lo sustituyen las salidas a la playa, el pecado de la gula con los mariscos y asados.
Los días se asoman briosos con anuncios de un temporal de imprevistos y una agenda de novedades. El cántico de semisombras del año suena en los oídos como la agitación de una caracola nerudiana. En contraste, brilla el sol con los temblores de su luz arrebatadora. Restan las migajas de los días tristes y de las horas deslavadas. La hiedra de las horas trepa por los muros desencantados de los minutos que vienen con paso torpe y a veces imprevisible. La risa de lo que se aprontará es calor que entibia la naturaleza. Los cabellos que caen como cascadas enredan la primavera, el verano, el otoño y el invierno.
Recuerdo lo que escribió Vicente Huidobro: "Los cuatro puntos cardinales son 3: norte y sur". El vientecillo de la estación de las flores que asoman tímidas pronostica el ardor del paso estival. Las caídas de las hojas que pisoteamos en el parque se anticipan a las pozas, que son rastros de la lluvia.
Los colores se despliegan al aire en actitud desafiante y noble; pura y atrevida. La inauguración de 2015 nos entrega una multitud de esperanzas y de virtudes; de deseos y sonrisas. Las doce hojas del calendario volarán poco a poco como volantines delgados y frágiles.
La televisión ha mostrado en distintos puntos de nuestro país cómo detenciones ciudadanas ante delitos en flagrancia se hacen más frecuentes. Las víctimas buscan tomarse la justicia en sus propias manos ante la creciente sensación de impunidad que existe en la población.
La Encuesta de Victimización de la Fundación Paz Ciudadana-Adimark CFK revela la persistente alza del porcentaje de hogares en que algún miembro de la familia ha sido víctima de robo o intento de robo.
Paralelamente, se ha producido un descenso significativo de los niveles de satisfacción de la ciudadanía con la actuación de la fiscalía después de denunciar un delito.
El efecto de la menor credibilidad en el sistema judicial, sumado al incremento en la victimización, ha promovido en la sociedad la creencia de una mayor impunidad de los delincuentes, que éstos son liberados inmediatamente tras cometer sus ilícitos y que no existe sanción judicial acorde al mal causado.
El 46,3% de las causas finalizan con archivo provisional mientras que un 14,3% finalizan en sentencias condenatorias y en el 12,5% de los casos culmina con la suspensión condicional del procedimiento. Entre enero y septiembre de 2014 ingresaron poco más de un millón de causas por diversos delitos al Ministerio Público, de las cuales más de un 54% no tenían imputado conocido. Del 45% restante -con imputado conocido-, el 67% no pasó por un control de detención.
Esta realidad parece generar el descontento con el sistema judicial, ya que casi la mitad de las causas terminan siendo archivadas o desestimadas. El sistema requiere de una revisión más acuciosa. Mientras los imputados cuentan con una defensa pagada por el Estado, las víctimas no tienen los mismos derechos.
No obstante nada justifica tomarse la ley en sus propias manos, ya que en tal caso la sociedad terminaría colapsando debido a la pérdida de toda confianza en la institucionalidad.
Sin duda, el gobierno debe analizar en profundidad este descontento que se funda en una inequidad visible y en donde la lucha contra la delincuencia parece no prosperar como Chile espera.