Los mejores deseos
Los hogares se preparan para celebrar una fiesta eminentemente cristiana, que ha sobrepasado ese mundo para convertirse en una oportunidad que puede encontrar lo mejor de las personas.
Hay pocos momentos de recogimiento tan significativos como Navidad. Tiene una impronta que ha cruzado la religión para instalarse como un símbolo de los valores humanos.
La fecha recuerda el nacimiento de Jesucristo en Belén. El Hijo de Dios vino al mundo con el objetivo de redimir los pecados de las personas y entregar su vida. Creyentes o no, es indudable que el mensaje de Cristo ha marcado la historia occidental con un legado de respeto por el otro, y mucho más que eso, de amor por todos nuestros pares.
Parece indudable que esa entrega se ha tergiversado muchas veces, olvidándose del sentido más profundo del ideario para caer en ganancias de corto plazo, o para conseguir otro tipo de objetivos. Pero esta historia nos muestra la esperanza de que este mundo puede ser mejor.
La Navidad no es ciertamente una fecha para acumular regalos, sino una oportunidad para pensar en los otros y regalarles esperanza. Esa ofrenda nos ofrece la oportunidad de ser mejores y avanzar como seres perfectibles.
La Navidad puede ser un momento de encuentro, de amistad, de compartir el dolor, de acompañar al desamparado, entregar una palabra de aliento al que lo pasa mal, o aconsejar a quienes no han tomado el mejor camino.
En eso no debe perderse el foco, incluyendo a los menores, quienes, muchas veces, replican la fiebre consumista, dejando de lado el verdadero sentido de estas fechas, porque sus padres no les han enseñado su real significado.
Cuando ya cerramos el año les enviamos nuestro más sincero agradecimiento y un mensaje de bienaventuranza, a cada uno de ustedes, nuestros lectores y a toda la población, especialmente a aquellos que más sufren, a quienes extrañan la pérdida de un ser querido o que viven en condiciones precarias y pasan necesidades.
Feliz Navidad a todos.