Discapacidad, inclusión y sociedad
Cuando todo el país habla de la Teletón, es una buena oportunidad para abordar la discapacidad desde las diversas aristas que el tema tiene. La primera, es la forma en que nos referimos a quien la presenta. Personas con discapacidad, en situación de discapacidad, con capacidades diferentes, son algunas; sin embargo, la diferencia radica en la inclusión.
Asumir la inclusión requiere como punto de inicio la voluntad y por cierto, no basta con la de unos pocos; el llamado es a entenderla como parte del derecho de todas las personas. Nuestra sociedad y su ajetreo nos dificulta mirar el entorno y nuestras relaciones desde una perspectiva inclusiva, basta dar una vuelta por el centro de la ciudad para comprender cuán difícil puede resultar para una persona en situación de discapacidad circular por la compleja intersección de las calles Barros Arana y Aníbal Pinto, donde imposibilitados de visión no podríamos distinguir dónde comienzan los trabajaos de remodelación del Paseo Peatonal o ingresar cómodamente a edificios u oficinas para realizar trámites en una silla de ruedas, sin la ayuda de un tercero e incluso ya en esa oficina, sin poder comprender las instrucciones y respuestas del interlocutor porque no maneja la lengua de señas.
Lo anterior son sólo ejemplos de lo cotidiano. Por lo que aspectos como la educación y el trabajo inclusivos son fundamentales para el desarrollo de una sociedad igualitaria. Y es aquí donde podemos ser reales protagonistas en aportes a la inclusión. Incorporar y facilitar el aprendizaje-educación de personas con discapacidad desde un aspecto universal, donde el profesor, docente, administrativo y estudiante hablen y conozcan un mismo lenguaje; entiendan y la asuman como una condición y no como un impedimento es prioritario.
En febrero de 2010 entró en vigencia la Ley Nº 20.422 que establece normas sobre igualdad e inclusión para personas con discapacidad, entre ellas el acceso a una educación equitativa. Lo curioso es que necesitemos que nos lo diga una ley, cuando bastaría con conocer los logros obtenidos por un puñado de estudiantes con discapacidad que han ido ganando espacios en las aulas de nuestra ciudad, región y país. Ellos son la punta de lanza para quienes están por venir y de otros tantos que aún miran a la distancia la posibilidad de sumarse a la educación superior, que es la antesala de -espero- uno de los últimos peldaños del éxito, la inserción laboral.
Si bien esta última resulta compleja para personas sin discapacidad, pensemos cuánto más lo es para quien está en esta situación, pese a que posee las competencias para ser un muy buen trabajador y un aporte a nuestra sociedad.
El llamado es, entonces, a estar atentos a nuestro entorno, a abrir y facilitar espacios, a informarnos, practicar el sentido común y la empatía, pues más cerca de lo que creemos la discapacidad llama a nuestra puerta en busca de inclusión.