El término del periodo escolar puede transformarse en una oportunidad divertida para continuar desarrollando las competencias necesarias para el aprendizaje escolar. El verano nos ofrece oportunidades únicas para compartir con nuestros hijos instancias de juego y actividades que permiten estimular capacidades como la memoria, la atención, la percepción, el pensamiento y la psicomotricidad, todas ellas son la base de procesos como la lecto escritura, la aritmética, el cálculo o la comprensión lectora, entre otras.
Para llevar a cabo este fin no es necesario ser un especialista ni contar con recursos materiales o económicos adicionales. Sólo basta con echar a andar la creatividad y la imaginación para hacer, de una actividad cotidiana, una gran experiencia de aprendizaje.
Juegos tan conocidos como el rompecabezas nos permiten estimular habilidades como la atención ya que el niño o niña debe concentrarse en una actividad inhibiendo los estímulos del entorno, función necesaria para mantenerse enfocado en la tarea escolar. A la vez estimula la motricidad fina y la orientación espacio tiempo, lo que previene dificultades en la lecto escritura.
Otra actividad de fácil acceso es la sopa de letras, que nos permite ampliar el vocabulario de los niños y niñas y, además, desarrollar la discriminación visual, la cual consiste en distinguir visualmente estímulos similares. Esto último permite a los más pequeños estar más preparados para la lecto escritura, mientras los más grandes pueden aumentar su velocidad lectora. Se debe considerar que, de acuerdo a las investigaciones en torno al tema, estas actividades resultan más efectivas si las realizamos sistemáticamente.
Asimismo, no olvidemos que los lugares al aire libre también son una excelente sala de clases. Por ejemplo, una visita a la playa y la construcción de un castillo de arena nos otorgan la posibilidad de fortalecer la capacidad del niño o niña para planificar un acto y anticipar dificultades, así como desarrollar habilidades motrices. Las primeras, denominadas funciones ejecutivas, son esenciales para que los escolares logren dirigir y gestionar su propio aprendizaje. Otra actividad que nos proporciona la playa es recolectar objetos como conchas de mar o piedras y clasificar en términos de tamaño, color o forma, por ejemplo. Así estaremos estimulando habilidades del pensamiento como la categorización, clasificación y conceptualización.
Finalmente, no debemos olvidar que realizar estas actividades con nuestros hijos no sólo proporciona una experiencia de aprendizaje, sino que también se convierte en un espacio que favorece el desarrollo integral del niño a través del fortalecimiento del vínculo entre padres e hijos.
Lisette Bazignan,