Fundación Rostros Nuevos avanza con optimismo en sus desafíos
Por natalia quiero sanz
Muchos desafíos, descubrimientos y aprendizajes sobre la realidad de las personas con discapacidad mental y sus familias en la Región del Bío Bío. Así define el primer año de Rostros Nuevos en la Región su directora ejecutiva, María Isabel Robles. Y es que, aunque esta fundación del Hogar de Cristo nació en 1996, fue en el 2013 que llegó a Concepción para ejecutar su trabajo en favor de las personas con discapacidad mental que viven en situación de vulnerabilidad social.
El objetivo es acoger a hombres y mujeres adultos que pertenecen al 20% más pobre de Chile que, con débiles o inexistentes vínculos familiares y redes sociales, viven una dura realidad de exclusión. Por lo mismo, anhelan, a través de distintos ejes potenciar el desarrollo integral de las personas con una intervención que les permita vincularse, participar e incluirse socialmente.
'El hecho de llegar a la Región, conformar los equipos de trabajo necesarios para desarrollar nuestra propuesta de trabajo y validarnos era un desafío. Llegamos con dos propuestas de programas que no eran conocidas como son el programa de apoyo familiar y el programa de salud mental calle, y este desconocimiento genera muchas expectativas que hemos tenido que ir abordando para poder aclararlas con las distintas redes y actores locales', cuenta.
No obstante, los desafíos se han transformado en logros que, en este periodo de funcionamiento, se traducen en llegar a más de 110 personas y sus familias, quienes durante años habían estado excluidas de su comunidad.
'Personas en situación de calle, por ejemplo, que han ido desarrollando procesos personales importantes para lograr una mayor inclusión, que se han ido vinculando con su comunidad a partir de sus capacidades y potencialidades; han ido demostrando que cuando cuentan con apoyos sociales y oportunidades que requieren, pueden mejorar su calidad de vida de una manera sustantiva', manifiesta.
Eso sí, cree que aún falta seguir trabajando en red con otras instituciones y organizaciones, dando a conocer su labor, insistiendo en sensibilizar la realidad cotidiana que viven las personas con discapacidad mental y sus seres queridos, porque 'eso permitirá avanzar en los objetivos que nos hemos planteado, no sólo para lo que hacemos de manera específica con cada persona y su familia, sino que también para el trabajo con la comunidad penquista', puntualiza. Y es que, además del trabajo que desarrollan con las personas para mejorar su calidad de vida, otro de los fines de esta fundación es crear compromiso y corresponsabilidad de la comunidad respecto a esta realidad social.
DOBLE EXCLUSIÓN
Cuando en Rostros Nuevos utilizan el concepto de discapacidad mental, se refieren a aquellas discapacidades que se deben a causas psíquicas y/o intelectuales que, por lo mismo, generan limitaciones funcionales a una persona, impidiendo su pleno goce y ejercicio de sus derechos.
Para entender la discapacidad mental, explica la directora, se guían por la definición establecida por las Naciones Unidas que dice que ésta es 'un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con impedimentos y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en pie de igualdad con las demás'.
En Chile, según los datos obtenidos en la Casen 2011 son más de 240.000 las personas con discapacidad mental, de las cuales más de 81 mil viven en situación de vulnerabilidad y extrema pobreza. Es justamente por lo anterior que en la fundación afirman que esta realidad que viven diariamente muchas personas y sus familias, es una de doble exclusión. Una que han conocido y comprendido, por lo que 'hemos puesto a su servicio distintos programas de apoyo social, cuyo objetivo es que las personas alcancen un adecuado desarrollo personal, familiar, social y/o laboral, que les permita incluirse en la sociedad, siendo un factor clave el territorial'.
Discriminación y prejuicios que se tienen aun en la sociedad respecto a las personas en situación de calle, provocan que si la pobreza se suma a la discapacidad mental, los factores de vulnerabilidad aumenten y la realidad sea mucho más difícil. 'Se habla de un círculo vicioso que genera mayor exclusión en las personas y por lo tanto los tiempos de trabajo y los servicios de apoyo social requeridos deben ser más especializados y son más complejos', plantea.
-En general, las mayores barreras para el trabajo de Rostros Nuevos son comunes a nuestra sociedad en las distintas regiones. Los diagnósticos de Salud Mental son altamente estigmatizantes y a partir de ellos se crean una serie de prejuicios como suponer, por ejemplo, que las personas con discapacidad psíquica son siempre agresivas o violentas, o que no te puedes comunicar con ellas, que las personas con discapacidad intelectual son como niños y aunque tengan 40 años se les trata como tales. Esto genera mucha discriminación, una barrera actitudinal y social que dificulta la inclusión.
Otro tema es la falta de apoyos socio-comunitarios adecuados, es decir, que recojan la diversidad y la particularidad de las personas con discapacidad mental y también de sus familias.
-Hemos avanzado lentamente pero de manera efectiva en el trabajo en red, con otras organizaciones privadas y del Estado, del gobierno local. Eso nos ha permitido ir desarrollando un trabajo que visualizamos muy auspicioso para el futuro. Nuestro trabajo con voluntarios y alumnos en práctica de universidades locales también ha sido muy importante.
Ahora, sabemos que los temas de discriminación y prejuicios, y las barreras sociales frente a las personas con discapacidad mental, son temas de largo aliento, requieren cambios culturales en las personas y la sociedad en su conjunto, que son lentos y complejos de instalar. Pero estamos muy optimistas frente a los avances y creemos que las mismas personas y sus familias, insertas y participando activamente como parte de su comunidad, nos irán mostrando que es posible la inclusión social.
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