Metamorfosis en curso: la Plaza Perú
La Plaza Perú corresponde al remate urbanístico del proyecto de la Diagonal Pedro Aguirre Cerda, llevado adelante por el estado después del terremoto de 1939(que destruyó gran parte de Concepción y casi barrió con su arquitectura residencial y edificios públicos de influencias neoclásicas), a través de la decidida acción de la Corporación de Reconstrucción y Auxilio, la antecesora inmediata de la nunca bien ponderada Corporación de la Vivienda.
La apertura de la Diagonal y la nueva plaza y su arquitectura de entorno la construyó el Estado. Casi simultáneamente con esta obra arquitectónica-urbanística de gran voluntad política, la CAP construía la usina de Huachipato, y la nueva empresa, también una creación estatal, compró un par de los seis bloques que le dieron la forma y una cualidad espacial tan singular a la Plaza. La CAP, o Huachipato en la práctica, subdividió en dos los departamentos ya definidos (donde se había proyectado y construido uno se sacaron dos), lo que explica la curiosa y retorcida funcionalidad de esos departamentos dos en uno, que sirvieron para residencia temporal a los profesionales chilenos y extranjeros que llegaron a construir la primera usina de nuestro país, siendo posteriormente vendidos a funcionarios de Huachipato.
El plan de la Corporación de Reconstrucción logró unir el corazón urbano con el campus de la Universidad de Concepción ya en potente desarrollo, mediante esa inédita avenida trazada en diagonal respecto a la trama urbana tradicional, rematando en sus extremos en dos hitos arquitectónicos: por el lado del centro la nueva plaza de los Tribunales de Justicia con su edificio sobre columnas, casi a la manera de un portal, y por el lado del campus o entonces 'barrio universitario', la Plaza Perú propiamente tal, de planta semicircular con la hermosa fuente central de bronce.
Por años, la plaza fue un espacio urbano casi bucólico, que acogía tanto al vecindario como al flujo peatonal de estudiantes con origen y destino en la Universidad: un lugar único, reconocible y que se constituyó en un patrimonio arquitectónico y cultural de la ciudad.
Hasta que comenzó su cambio de destino fomentado por autoridades municipales que, creyendo vitalizar este espacio singular, terminaron con su transformación en una cosa difícil de calificar, pero que implica un deterioro casi irreversible en su calidad cívica, edilicia y patrimonial.
Viví 30 años en el entorno de la Diagonal y de la Plaza, incluso 25 en uno de los ahora vapuleados bloques hechos por la Corporación, que curiosamente fueron catalogados hace relativamente poco tiempo como de interés patrimonial por la propia Municipalidad a través de su Plan Regulador Comunal. Junto con la directiva de la Junta de Vecinos Nº 30 B. O´Higgins que tiene su cabeza y residencia en este territorio, nos hemos involucrado en varias y casi infructíferas gestiones para revertir el descontrol y el deterioro, con escasos resultados hasta ahora, como lo demuestra la vida cotidiana. Con vecinos de alto espíritu cívico, más un calificado grupo de arquitectos y memoristas, pretendemos solicitar la calificación de la Diagonal y de la Plaza y su entorno, como una 'Zona Típica' urbana, categoría que la ley permite planificar y manejar con algunas condiciones especiales en pro de su conservación y buen funcionamiento, bajo la administración comunal y la tuición del Consejo de Monumentos Nacionales.