El fracaso y la victoria
E l presidente del Colegio Médico, Enrique Paris, entró nuevamente al debate ante los problemas que vive el sistema público de salud, especificando que sólo el 43 por ciento de los médicos trabaja en él, toda vez que no puede competir con el privado en cuanto proporcionarle a los profesionales beneficios económicos y sociales.
El mismo personero ha especificado la urgencia de implementar medidas para revertir esta realidad, muy grave si se considera que el 80 por ciento de la población debe atenderse en la salud pública.
Ha planteado un tema tremendamente importante, no sólo en el ámbito de la salud, como es lograr que la gente vuelva a las regiones, para lo cual necesariamente se debe echar mano a una serie se incentivos de tipo económico y profesional, dando posibilidades de perfeccionamiento a los médicos nuevos, un tema muy apreciado por ellos.
El conocimiento debe llegar y permanecer en las regiones, tanto en cantidad como en calidad, caso contrario se estaría aceptando una dura discriminación de la mano de un centralismo agobiante. Si bien las universidades regionales generan un alto contingente de profesionales, entre ellos médicos, el porcentaje de ellos que no emigra es bastante bajo. El Estado está trabajando en aumentar en forma permanente el número de especialistas, en un esfuerzo conjunto con las universidades, las responsables de entregar ese perfeccionamiento según los medios con que se cuente.
Pero no sólo el factor humano es deficitario; hay un déficit todavía importante en el número de camas, asunto fácil de constatar en cualquier establecimiento hospitalario público del Bío Bío y del país, a lo cual se suma la necesidad de más implementación tecnológica. Es frecuente oír los reclamos de los usuarios porque tal o cual elemento no funciona y debe ser reparado, mientras los usuarios se ven impelidos a esperas muy prolongadas.
El sistema privado cuenta con los atractivos necesarios para contratar profesionales, pero sólo un 18 por ciento de los chilenos pertenecen a él, de tal modo que la preocupación básica corresponde a la salud pública.
Han pasado semanas desde ese partido que se supone no olvidaremos jamás. Pero el tiempo cura casi todos los dolores, y la rabia y la frustración de un partido casi ganado poco a poco se transforman en sólo un recuerdo, una memoria. Y la memoria de esto nos puede llevar a otras memorias.