Liceos Bicentenario
Los resultados de la prueba Simce 2013 han revelado los buenos puntajes alcanzados por la red de Liceos Bicentenario. Se trata de 60 establecimientos municipales de excelencia, que suman 40 mil alumnos en el país.
Cuando se discute el futuro de la educación, y en especial de la educación pública, es necesario revisar el fenómeno de los Liceos Bicentenario. Los 60 establecimientos no fueron concebidos como la única fórmula para mejorar la educación del país y tampoco deben ahora serlo, ya que sería un error imponer ese modelo a todos. Se vulneraría así la libertad para escoger un proyecto, y se pasarían por alto las particularidades de cada comunidad educativa.
Estos Liceos Bicentenario nacieron como un proyecto del pasado gobierno, y generaron una fuerte polémica y críticas. Sin embargo, en pocos años han podido revelar que la iniciativa estaba bien encaminada. Queda en evidencia objetiva que es el aula lo que mejora la calidad de la educación y que se pueden lograr resultados de aprendizaje en períodos relativamente rápidos y sin que necesariamente haya selección de alumnos. La existencia de un proyecto educacional bien definido, de directivos y profesores con vocación, la participación de los padres y apoderados, más el apoyo técnico adicional desde el ministerio en materia de formación docente, son las claves.
Los Liceos Bicentenario tienen la ventaja de ser una experiencia gradual, desde la cual se pueden obtener enseñanzas para el resto del sistema. El gobierno pretende iniciar la más profunda reforma educacional de los últimos 50 años y responder a la necesidad de dar un salto en la calidad del aprendizaje. Pero el debate por parte del gobierno se ha enfocado más bien a la propiedad de los establecimientos, en el lucro y en el traspaso y compra de los inmuebles cuando los sostenedores son particulares que reciben subvención estatal. En cambio, se pone en un lugar secundario lo que ocurre en la sala de clases y en el colegio como comunidad educativa.
Tampoco se aborda el problema que existe con la educación pública, que pierde matrícula en forma acelerada y sostenida. Hay que preguntarse por qué se pierden alumnos en la educación pública gratuita y por qué los padres se encaminan hacia la educación particular subvencionada o particular pagada. Obviamente que hay un problema de la calidad de la educación pública.
Profesores para la reforma
Cornelio Westenenk,
El ministro de Educación se ha dado cuenta de que necesita apoyo transversal para implementar la Reforma Educacional. Por el momento, ha priorizado el diálogo con los estudiantes, los catalizadores de la crisis. Pero no puede olvidar a los profesores: sin ellos, cualquier mejora en la educación fracasará. El ministro necesita transformar su resistencia al cambio por una clara disposición hacia la evolución si es que pretende modificar la topografía del territorio educacional chileno.
En todo sentido, se requiere como contraparte a profesores flexibles, no sólo para gestionar el cambio, sino también para evolucionar junto a él y para aventurarse -a pesar de la incertidumbre- en un escenario desconocido. Esto hace necesario que sean profesores con mentalidad ganadora y altas expectativas, no sólo para forjar cambios significativos, sino para conseguir aprendizajes profundos en sus estudiantes.
La mentalidad ganadora debe ir siempre acompañada de capacidad de trabajo en equipo, con profesores con sentido de trabajo colaborativo, conscientes de que la educación es un proyecto colectivo con poder para cambiar la sociedad chilena y donde cada uno debe aportar su grano de arena. Deben ser también profesores con pensamiento complejo, que trasciendan la mirada lineal de la relación causa-efecto propia del pensamiento cartesiano y que se adecuen a las necesidades de un mundo global interconectado. Esto, sin dejar de lado las cada vez más relevantes habilidades socio-emocionales y la comprensión de que el ambiente emocional es fundamental en los procesos educativos, contribuyendo a generar condiciones adecuadas para una educación exitosa.
Deben ser también profesores interconectados, es decir, no sólo compenetrados con el mundo real y el virtual, sino que capaces de cooperar colectivamente para derrotar la fragmentación de la educación.
Este grupo de profesores capaz de aportar a una mejor educación comprenderá el valor del respeto y tratará desde ese valor a sus alumnos, entendiendo que cada uno es fruto de su propia historia, debe ser guiado con afecto, consideración e integridad. Deben ser profesores capaces de generar acuerdos y solucionar conflictos: avanzar hacia la excelencia siempre requiere que se solucionen nuevos problemas.
Finalmente, deben ser docentes de personas, no de disciplinas. Esto es, educadores que permitan a sus alumnos ser niños, curiosos, inocentes, equivocarse, tener sueños, jugar, reír, imaginar, crecer y convertirse en jóvenes únicos. Para ello, se requiere que sean inspiradores, agentes de cambio, conscientes de que lo que ellos hacen es menos relevante que lo que hacen sus estudiantes y que logren transferir la responsabilidad del aprendizaje a sus alumnos.
Es indispensable contar con un profesorado integral de estas características para impulsar mejoras en la educación. De lo contrario, la