Las lecciones no aprendidaspor programas faranduleros
Muchos sostienen, con cierta desazón, que la farándula es un fenómeno cultural y social que llegó para quedarse por un largo tiempo. También abundan comentarios que hablan de una especie de estrategia de explotación de parte de grandes corporaciones y ámbitos de poder que se beneficiarían con esta suerte de 'opio del pueblo' que aleja al telespectador de los contenidos realmente importantes.
Es una discusión relevante, pero que muchas veces carece de un análisis realmente certero. Nadie puede asegurar que la farándula es para siempre, e incluso muchos están notando un desgaste de aquel mundillo basado casi exclusivamente en 'la gente que sale en la tele'. Que se hable de ella como 'la cajita idiota' no es razón para mirar en menos el criterio de quienes la siguen, ya sea como compañía en las labores del hogar o el necesario relajo de la pega y los problemas cotidianos.
En distintos momentos el desgaste farandulero se puede atribuir a la contingencia política, mientras que hoy la atención está puesta en el Mundial; pero tampoco olvidemos los avances en materia de espacios periodísticos y la creciente calidad de las áreas dramáticas.
Pero no hay que mirar al resto para justificar el bajo rating que finalmente terminó con uno de los espacios de farándula más emblemáticos, 'Alfombra Roja', el cual se despidió de la pantalla el pasado viernes. Y es que al igual que varios programas similares; la premisa que parece prevalecer es la del contenido fácil y obvio, lo que con el tiempo termina aburriendo.
Con los reality shows está pasando lo mismo, la novedad se perdió; y acá si que deberíamos mirar y copiar la experiencia de países como Estados Unidos, donde hace rato que pasó el momento de gloria. Acá la incapacidad de asimilar la necesidad de recambio en el gusto del público seguirá generando porrazos como el de 'Generaciones Cruzadas'.
En farándula sucede algo similar; se toma la nota del tabloide y se le da vitrina por horas, con cuñas escuetas a través de una ventanilla de auto y reiteración de la imagen polémica una y otra vez. Los panelistas recurren a lugares comunes, cahuines insulsos o a leer un twitter como si fuera el tremendo golpe noticioso.
TMZ ES EJEMPLO
Aunque se critique la farándula, es un ámbito que puede ser entretenido, impactante, y bien llevado a un público exigente. Un caso notable es TMZ en Estados Unidos, con una red de contactos y paparazzis en todo ese país cubriendo desde la actriz novata hasta la megaestrella. De ese modo han logrado golpes tan sólidos como la muerte de Michael Jackson y hasta algunos escándalos políticos.
Obviamente hay recursos de por medio; pero también hay otro elemento crucial: el humor bien llevado. El programa de televisión de TMZ por Warner Channel consiste en una sala de redacción donde se le da unos pocos segundos a la foto que tomaron de alguna nueva estrella o a una entrevista informal que apunta a descolocar a una celebridad, para así conocer su faceta diferente y más auténtica.
Da lo mismo que tan famoso es un personaje, pues lo que realmente importa son los comentarios agudos y divertidos de los noteros presentes en cada sesión de TMZ. Todo ello a un ritmo sin freno que los productores nacionales no han logrado replicar.
Aquella búsqueda de comentaristas precisos e irónicos es difícil pero no imposible. El problema es que el conservadurismo ya se ha encargado de apalear a casos como Murdock, Yerko Puchento, Felipe Avello y Edo Caroe; y con ello a la sátira y la agudeza que en algún momento podrían haber salvado a los espacios locales de farándula.