Errores que cuestan caro
Pasada la emergencia que hace unas semanas se vivió con los incendios forestales que se registraron en Valparaíso, y que arrasaron viviendas levantadas en varios cerros de ese puerto, comienzan a realizarse los análisis más fríos y menos emocionales sobre las razones de la catástrofe.
Se señala que las autoridades en muchas ciudades no están cumpliendo su labor de fiscalizar y determinar claramente dónde y qué se puede construir en algunas zonas. Probablemente la realidad de las edificaciones de autoconstrucción no planificadas y productos de ocupaciones ilegales de terrenos en los cerros, sean muy similares en varias ciudades, y las de nuestra región no deberían ser la excepción.
La catástrofe de la Quinta Región puso de relieve, una vez más, las vulnerabilidades de nuestras localidades, ante distintas catástrofes, como incendios, terremotos, inundaciones y aluviones, por nombrar algunas. Chile tiene particulares características topográficas, que ameritan de manera urgente y categórica adoptar más y mejores medidas preventivas.
Lamentable es que el fuego haya terminado con la vida de 15 personas y haya arrasado con más de dos mil viviendas y dejado a unos diez mil desplazados. Es cierto que los protocolos de combate se cumplieron de buena forma, incluyendo luego una gran cadena solidaria, integrada por organismos de gobierno y voluntarios, a lo que se sumó una oportuna declaración de estado de excepción que ha permitido que las Fuerzas Armadas hayan asumido el control de esa ciudad, colaborando directamente con los voluntarios del Cuerpo de Bomberos, brigadas de Conaf, Oficina de Emergencia, Cruz Roja y un sinnúmero de instituciones.
No obstante, y entendiendo que las urgencias son preparar una enorme obra que posibilite normalizar la vida de miles de personas que lo perdieron todo, vale la pena reflexionar respecto a lo que hacemos continuamente con nuestras ciudades.
Con frecuencia no se escucha a los expertos y se construye donde la lógica indica que no debiera hacerse, como quebradas cercanas a bosques y pastizales, o en otros casos en sectores con riesgo de aluvión. Peor aún, levantamos infraestructura crítica, como colegios o centros de salud, en zonas de potencial inundación por tsunami. ¿Hasta cuándo operará la lógica del dejar hacer en cuestiones de crecimiento de las ciudades?