Ciudad y planificación urbana
Como consecuencia del gigantesco incendio ocurrido en Valparaíso, se escuchan voces sobre la falta de planificación urbana en las ciudades. Probablemente, muchos pensarán ¿por qué esas personas habitan en unas zonas en que se multiplican las carencia y la vida se hace tan difícil y peligrosa?
El conocimiento en el campo del urbanismo ha avanzado mucho en ámbitos como la planificación y el ordenamiento territorial, entre otros. En Chile hay excelentes urbanistas, teóricos de ciudad y, de tanto en tanto, buenos congresos de urbanismo; tenemos además un ministerio que se encarga de los temas urbanos y de vivienda. Entonces ¿qué pasa?
Una primera situación que nos queda en claro cuando se enfrenta la realidad de nuestra planificación urbana, es que se ejecuta, se aprueba y en general se evidencia, pero como un decorado, una suerte de compromiso formal para fines de tranquilidad mental de la autoridad y de otros involucrados. No se cree en ella.
Detectamos una segunda situación en el doble estándar del estado, que juega un juego sucio con pobladores y agentes interesados. Un ejemplo son los loteos brujos, donde cada interesado actúa como mejor le da la gana; vende y transfiere, luego regulariza vía decreto ley 2.695 y ley del mono. Entonces, aparecen de la nada zonas urbanas nuevas, al final del día, más ciudad disfuncional, sin infraestructura, insegura y difusa.
Una tercera situación anómala y complementaria a lo urbano, es la vivienda social. Opera una fórmula mágica para hacer de lo precario el estándar. El auto-constructor la práctica por desconocimiento y pobreza, el Estado lo hace en forma sistémica, y el resultado son viviendas carenciadas y llenas de problemas. Autores como Rodríguez-Sugranyes estiman que se crean problemas más complejos que los que se solucionan.
Quizás lo que se debería hacer es cumplir y hacer cumplir las leyes de una buena vez, eliminar la ley del mono, el decreto ley 2.695 y otros incentivos perversos, e intentar apostar por el urbanismo. Otras sociedades que lo han hecho no les ha ido mal. Es recomendable educar y hacer participar a la ciudadanía en la idea fundamental de que la ciudad la construimos todos, pero hay que hacerlo responsablemente.