La creadora del método educativo que lleva su nombre y que está apoyado por la Unesco como educación por la paz, asegura que hay que dejar que los pequeños resuelvan solos sus problemas, invitando a padres y educadores a ejercer una autoridad sana y armoniosa.
Nacida en Inglaterra y radicada en Chile, la psicóloga Sylvia Langford, luego de que atendió a quince mil niños en su consulta, comenzó a publicar sus trabajos y se dio cuenta que estaba generando múltiples respuestas.
Son más de dos décadas de labor en las que el exceso de niños medicados y con tratamientos, hizo que viera la necesidad de generar un cambio. "Para mí era más fácil trabajar en la enfermedad, pero no es lógico que estos síntomas existan, por lo que me dediqué a buscar las causas", contó. Fue así como creó el método educativo que lleva su nombre, el que define como un cambio de paradigma que se basa en el hecho de que los niños son consecuencia de lo que son los adultos. "Lo que pretendo es que los adultos reflexionemos y nos hagamos cargo de lo que hacemos", dijo.
Fue por este motivo que vino a Concepción para inaugurar el año académico de la carrera de Educación Parvularia de la Unab, en una actividad que estuvo gestionada en conjunto con Junji Bío Bío. Una instancia donde expuso su experiencia basada en el entrenamiento de las habilidades cognitivas y emocionales, que hoy es apoyado por la Unesco como método de educación para la paz.
Karina Villaroel, Directora de Educación Parvularia de la Unab, comentó que se trata de un tema de connotación y transformación social, que muchos educadores y padres desean adoptar, debido a sus buenos resultados. Opinión compartida por la Directora de la Junji Bío Bío, Patricia Escobar, quien señaló que necesitamos un cambio en las metodologías de enseñanza en el aula para tener niños y jóvenes en armonía.
PREDOMINAN
LOS EXTREMOS
Para Sylvia Langford, el escenario que hoy vivimos nos da respuestas claves. ¿Por qué los adultos están siempre estresados? ¿Por qué los niños lloran con frecuencia? Lo anterior no es más que el esfuerzo sin logros, baja tolerancia a la frustración y los fracasos. "Uno crece en la medida que enfrenta las frustraciones, y para eso hay que hacer, actuar", dijo. Lamentablemente, cada día se ven más niños que no estudian, no hacen tareas, no se motivan por aprender, no están contentos ni toman conciencia de sus actos, y menos confían en sus padres o guías. Entonces, proliferan los diagnósticos de déficit atencional, trastornos conductuales y emocionales, trastornos del aprendizaje, bullying y/o agresividad y violencia. Según la experta, la explicación a todo ello no pasa por culpar a los cambios en la tecnología o la forma de vida del siglo XXI, pues si eso fuera tal, aclara, la medicación ya lo habría resuelto. "La sintomatología existe, no hay duda, pero ¿cuál es la causa? Más bien, la respuesta está en la pérdida de la autoridad. Los adultos no quieren ser autoridad, prefieren sobreproteger o ser amigos de los niños".
LOGRAR LA ARMONÍA
Lo que se necesita es un trabajo de esfuerzo y disciplina, entendiendo ésta última, mencionó Langford, como "el puente de lo que soy y lo que quiero ser". Hay que mirar cómo son los niños, entonces, darse cuenta que uno es así. Es claro, afirmó, "si no soy tranquila, los niños tampoco podrán serlo; si no soy paciente no pueden ser pacientes; si no soy claro en mi instrucción, los niños no sabrán lo que tienen que hacer. Si yo no soy cercana, tampoco ellos lo serán". El método Langford se trata de eso y es transversal, no sólo sirve en una sala de jardín infantil, sino que también al interior de los hogares, porque la psicóloga sostiene que lo que sucede en la sociedad es el reflejo de lo que pasa al interior de los hogares o dentro de las salas de clases.
La clave es ejercer una sana autoridad y lograr la armonía. Esto se logra a través de cinco pilares: tranquilidad, paciencia, claridad, cercanía y coherencia. "El adulto tiene que ser adulto y el niño tiene que ser niño, los adultos no se pueden meter en el mundo de los niños, ése es su mundo y tienen que resolver sus problemas de manera personal, aunque eso no se trata de dejarlos solos. Ése es el mensaje y lo único que se necesita es que el adulto crea. Si no cree, ése es el único impedimento", recalcó.
Es en este contexto donde se vuelve fundamental preguntarse '¿qué tipo de adulto quiero formar?