Derribando los muros entre las artes y el mundo privado
Gerente de Marina del Sol y miembro del directorio del Trbb es parte del Festival de Cine de Lebu desde el apoyo y como jurado. Llegó hace más de una década a la Región del Bío Bío.
Cuando se invitó al gerente de la Inmobiliaria Marina del Sol, Rodrigo del Valle, a decir unas palabras en la inauguración del Ficil 2014 algunos asistentes se sorprendieron por la pasión que el ejecutivo mostraba por la difusión de la cultura.
Posiblemente esperaban a un ingeniero más frío y menos sensible, que al día siguiente volvería a su oficina. Pero luego supieron que subiría al bus y permanecería durante todo el evento en tierras araucanas, cumpliendo además el rol de jurado en la competencia de cortometrajes regionales de ficción.
Para quienes conocían del acontecer cultural de la Región, el interés mostrado por este ex ejecutivo del área del retail no fue mayor sorpresa. A través de la inmobiliaria se ha dado un espacio a la prestigiosa Galería del los Ocho, como también se han realizado exposiciones como la del museo Stom. En el Teatro Marina se efectuaron encuentros nacionales como el Sur Danza, y en el Domo han habido desde presentaciones líricas hasta encuentros de animé o el lanzamiento de la webserie "Encubierto". Además, han sido un patrocinador clave de los Premios Ceres a las Artes Regionales. Todo ello por nombrar sólo algunos ejemplos. Por si fuera poco, es integrante del Consejo Regional de las Cultura y las Artes, y del directorio del Teatro Regional del Bío Bío, proyecto con el que ha estado involucrado desde sus inicios.
"En mi vida todo ha nacido por casualidad, en especial cuando se trata de colaborar con el lado social en cualquiera de sus aspectos. En este caso se trata de la cultura y del cine. El año pasado surgió la instancia de estar en la inauguración del Ficil, y tras conocer y conversar con los directores me fui involucrando. En ese sentido, soy creativo, y me pareció interesante armar unos cinco días del festival en Teatro Marina. Luego vino la invitación a ser jurado, algo que nunca me habría esperado. Lo cierto es que no entiendo mucho del tema, pero la explicación es que se suele invitar a alguien que aporte una mirada menos técnica, es como el jurado del pueblo", comentó Del Valle.
- Se conjugan varias cosas. Mi forma de ser es de comprometerme, pero además cuento con el apoyo de mi empresa, a quienes represento. Marina del Sol, aparte de lo del casino, se ha involucrado mucho con apoyar la cultura de la Región. Ha sido un respaldo para uno, pues me gusta mucho ayudar a los jóvenes, a las personas que emprenden, me involucro con sus ideas y eso genera un humilde aporte.
- No. Básicamente, porque el casino no lo podía hacer con el sistema antiguo de la ley. Pero con la nueva legislación esperamos aprovechar esos recursos para hacer nuevas cosas. Todo lo que ha hecho Marina del Sol en sus cinco años ha sido con fondos propios debidamente presupuestados. En el caso de ese encuentro, participé como miembro del directorio del Teatro Regional (...) Pensamos que ese espacio privado dedicado al arte era un buen entorno para tratar el tema de la Ley.
- Hay muchas causas, incluyendo cierta falta de sensibilidad de parte de los empresarios. Creo que hay cegueras cognitivas. Trabajé por más de 30 años en el mundo del retail y siento que la mayoría no ve la cultura en su contexto. Piensan que no suma, pero un pueblo sin cultura no tiene alma, corazón ni vida. Cuando llegué a Concepción desde Santiago, el involucramiento era distinto: Me di cuenta que cada lugar tiene una forma distinta de ser y que el desarrollo de las artes terminaba por identificarla. Tal vez no existen los mecanismos para medir cuánto aporta la cultura en un negocio, pero si tuviéramos los indicadores en una canasta del IPC o algo así, la cultura sería significativa. Se debe valorar lo que implica asociar una marca al desarrollo y difusión de las artes: Es aportar a la felicidad de la gente. Lamentablemente, no lo aprovechan (...) A veces, en publicidad la plata se bota de una manera impresionante.
- Cuando llegué a trabajar a Almacenes París quedé hipnotizado con el proyecto del Teatro Pencopolitano. Armamos una galería de arte que tuvo más de 50 exposiciones con 8 mil visitas mensuales. Me costó luchar contra los juicios de la administración central de tener un espacio de tanto valor destinado a recibir cero peso por metro cuadrado y, al contrario, invertir más recursos. Lo hice con convicción, y creo que le dio una vida distinta a la tienda. Lo sentí en las personas, en las altas esferas políticas y en varios que se sintieron impulsados a entrar al retail. No era que yo supiera de arte, era un espacio para ayudar a mucha gente. En el mundo de la cultura hay mucha carencia.