Emparejemos la cancha
En 2013 tuve la oportunidad de asistir a Singularity University, un programa que se realiza en la Nasa, Estados Unidos, y que reúne a 80 futuros líderes internacionales para que conozcan de cerca las últimas tecnologías y la manera de situarlas al servicio de los grandes desafíos actuales.
Una vez allá, no fue sorpresa ver que del total de asistentes sólo 23 eran mujeres y del grupo de 12 profesores titulares, una sola era mujer. No obstante, en ese grupo, era posible vislumbrar el nivel de competencias y ventajas que nuestro género tiene hoy, una ventaja abismante.
Hoy, sobre todo con la tecnología y la disminución de su precio, las mujeres están mucho más preparadas para enfrentar retos personales y profesionales. Hoy, sabiendo utilizar Google, las mujeres tienen acceso a un mundo de información y en menos de un minuto pueden obtener respuestas a millones de preguntas. Y hoy, gracias a todas esas herramientas, pueden tomar las oportunidades que deseen.
Si bien esta situación se ve aumentada o disminuida de acuerdo al nivel sociocultural y al acceso a la tecnología que cada una tenga, el género femenino se está acercando a pasos agigantados a una era de democratización de la información, en la cual existen infinitos modelos y posibilidades que ahora ellas pueden y deben desarrollar y potenciar.
Sin duda esto es positivo. No obstante, existe algo que me causa preocupación y que no cambiará si los antiguos paradigmas de esta sociedad no se revierten. Y es que comenzaremos a ver hombres cada vez más inseguros.
Actualmente existen innumerables casos de mujeres que hacen dos roles en uno, o que representan el mayor ingreso de su hogar, pues en el mundo de hoy ser "proveedor" dejó de ser un rasgo instintivo del sexo masculino. También existen mujeres fuertes, que al parecer no necesitan nada más que a ellas mismas para subsistir. Y, de igual forma, existen centenares de hombres confundidos y agobiados por este nuevo rol femenino.
Algunos más modernos comparten las tareas, sin embargo la mayoría se siente amenazado y sobrepasado por preguntas agobiantes: ¿Busco una mujer que me espere en la casa y que dé por sentado mi rol o quiero que ella crezca en su carrera? ¿Hasta dónde? ¿A qué precio?
Como mujeres hemos entendido que debemos prepararnos y tomar las oportunidades que día a día se nos presentan. Pero si tenemos hombres inseguros, por cumplir los paradigmas establecidos, esa condición de inseguridad se traspasará a planos políticos, económicos y sociales, afectándonos a todos por igual. Emparejar la cancha para unos y otros es hoy nuestra principal batalla.