El ex ministro de Bachelet asegura que junto a la energía, serán los temas gravitantes para la nueva administración.
Presidente regional de agrupación ratificó cuestionamientos al médico cuando éste estuvo en el SSC.
José Antonio Viera-Gallo no vive en el Bío Bío. Sin embargo, los lazos que creó cuando representó a la Región como diputado por dos periodos y de senador por uno hacen que de tanto en tanto regrese.
Lo último que lo trajo a Concepción fue la inauguración de la escuela de verano del Instituto Igualdad y la Universidad de la República. Allí se refirió a uno de los temas del momento: el quiebre que hay entre la sociedad, en especial los jóvenes, y las instituciones.
No obstante, tampoco esquivó consultas más políticas, sobre todo las referidas a la segunda administración de Michelle Bachelet, que parte el 11 de marzo y de la que participará si se le requiere, pero como asesor, sin asumir cargos, "como cualquier ciudadano que lo ha apoyado, con entusiasmo", afirmó.
-No. Pienso que la Presidenta gobernará con una generación más joven y es muy lógico que así sea. Me gustaría colaborar en cualquier cosa que sea útil, pero no en un cargo.
-Y nuevos temas que han emergido con mayor fuerza. Ella tiene tres prioridades, además de un documento con las primeras medidas durante los primeros cien días, que es bastante completo y después están los problemas que la sociedad le pone, como el fallo en La Haya por el pleito con Perú, o la insurgencia en La Araucanía.
-Se ha agravado el conflicto. El gobierno ha hecho poco y no siempre en la dirección correcta, a pesar que reconozco que el actual director de la Conadi ha tenido un desempeño mejor que el anterior. También reconozco que el gobierno ha hecho algunos esfuerzos, como el sistema de consulta del Convenio 169 de la OIT, pero fracasó y se retiraron muchos dirigentes indígenas.
-Creo que lo que ellos perciben es que el gobierno no tiene una línea de acción con un objetivo claro donde el mundo indígena sea un sujeto activo, más allá de las dificultades que siempre habrá. Me da la impresión que sólo se prioriza el orden público o que se toman medidas parciales. Si bien el gobierno ha entregado tierras, casi todas se han hecho a título individual, porque a este gobierno no le gusta la propiedad comunitaria y creo que eso ha sido un error.
-Poco sacamos con echarnos la culpa unos con otros. Yo no los voy a culpar a ellos. Son temas de fondo de la sociedad, a la que le cuesta reconocer el tema, avanzar, poner los recursos y este gobierno no ha sido particularmente activo. Por ejemplo, ha habido menos entrega de tierras en la provincia de Arauco, lo que podría explicar que ahí haya recrudecido la violencia.
-Es tan difícil determinar la causa, pero pienso que alguna relación hay, porque cuando las comunidades ven que hay un camino de solución la gente tiene mayor paciencia para esperar. Pero, cuando no se ve una perspectiva, la gente, sobre todo la más joven, pierde la paciencia. Si además la sociedad es insensible y sólo reacciona cuando hay un atentado, es casi un incentivo para hacer uno.
-Nosotros no tuvimos tanto uso de armas de fuego de parte de los indígenas. Ahora eso parece ser -por lo que dice la prensa- bastante más frecuente.
-Sí. Es uno de los desafíos. Eso y el tema energético.
-Hay un dicho de los gringos que dice "haga ud. la obra, pero no en mi patio". Ojo, que si Frei no hubiese hecho Ralco y Pangue no sé dónde estaríamos. Fueron las dos últimas grandes represas. Yo siempre lo apoyé. Hay que hacerlo con acuerdo indígena y respetar los derechos, pero llega un momento en que la energía tiene que salir de alguna parte. En Chile lo más fácil es lo hidroeléctrico. Pero, no tiene por qué ser lo de Aysén, que está tan lejos e implica atravesar la línea por todas esas tierras. Obviamente Chile tiene que enfrentar esto. Y considerar que las energías renovables no convencionales, a mediano plazo, van a ser suficientes.
-Esta posición más crítica es menor respecto del gobierno. Hay una cierta legitimidad del Presidente, cualquiera que este sea. Y, con Michelle Bachelet, que tiene un carisma especial, será mucho mayor. El problema va a ser para las instituciones distintas del gobierno, como el Parlamento, los tribunales, los bancos, las financieras, las universidades y colegios.
-Hay un libro muy interesante donde se plantea la idea de que de esta situación hay que pasar a una confianza lúcida. Nadie quiere una confianza fanática, de oveja. A lo mejor esta desconfianza de los chilenos puede ser el primer paso para, dialécticamente, pasar después a una situación en que haya una confianza reflexiva. Esto puede ser un síntoma de maduración de la ciudadanía, de mayor conciencia de sus derechos, de no soportar los abusos. Pero, eso no quiere decir que esa misma persona después, reflexivamente, pueda entregar su apoyo, su lealtad, su confianza, a instituciones más generales, porque tampoco Chile va a vivir reducido a pequeños feudos. Por último, tendrá que confiar en internet.