Chomali: "No sería justo dañar el sacramento de la confesión"
Manifestó que si el ex sacerdote Andrés San Martín podría provocarle un daño a la Iglesia si rompe el secreto de lo que se le contó, pues abriría la puerta a la desconfianza entre los católicos.
Monseñor Fernando Chomali conoció a la familia Matute Johns a los pocos meses de haber llegado a Concepción. "Los conocí a raíz de la muerte de don Jorge Matute, un gran dirigente sindical que en el día de la Misa de su funeral convocó a mucha gente de los más amplios sectores de la Región y del país", cuenta el sacerdote.
Agrega que entendió esa masiva presencia como un gran apoyo no sólo a su labor sindical, sino a su lucha incansable junto a su mujer, María Teresa y su hijo Álex, por saber qué pasó con su hijo. "Me conmueve mucho su dolor que aún persiste. La muerte de un hijo no se olvida, menos cuando no se puede hacer duelo al desconocer lo sucedido con él", afirma.
Es, con esos antecedentes en la mesa, que Chomali analiza las implicancias de las declaraciones que el ex sacerdote Andrés San Martín pueda hacer cuando sea interrogando. Esto, considerando que bajo secreto de confesión él habría accedido a información privilegiada que ayudaría a esclarecer las causas de muerte del joven universitario, quien desapareció en 1999.
-El sacramento de la reconciliación o confesión es el acto por el cual una persona arrepentida de su pecado se acerca al mismo Cristo a través del sacerdote para mostrar su arrepentimiento, enmendar y reparar el daño causado. Cuando el pecado confesado es un delito, el penitente no está eximido, más bien está obligado, a entregar la información que ayude a esclarecer el delito a la instancia que corresponda, es decir, los tribunales, la policía, etc.
-Conminar al que se acerca al confesionario a ir a la justicia para entregar los antecedentes que tiene y colaborar con ella en todo lo que sea necesario. El perdón de Dios no exime a una persona de ser un ciudadano que tiene responsabilidades ante la ley, porque la misericordia de Dios presupone la justicia, y en este caso la justicia es que se sepa la verdad y quienes son culpables asuman sus consecuencias.
-La Iglesia cuida mucho la dimensión del secreto sacramental, porque el sacerdote no es dueño, sino el servidor del perdón de Dios. Al violar el secreto se dañaría la confianza de la persona afectada y de toda la Iglesia. Si los fieles tuviesen el temor que sus pecados van a ser revelados a otros, o que el sacerdote usará esa información para fines extra sacramentales, no se acercarían a este sacramento. La Iglesia no puede provocar que las personas desconfíen del confesor, y menos permitir que un sacerdote provoque esa situación, por eso quien lo viola directamente ya sea en el contenido o en la identidad del penitente un secreto de confesión está excomulgado, latae sentenciae.
-La familia Matute Johns ha sufrido lo indecible con el crimen de Jorge. Es un dolor que comparto y espero que se atenúe cuando se sepa la verdad y puedan hacer el duelo que les devuelva la paz. Sin embargo, le corresponde a la justicia civil investigar y llevar a cabo las diligencias que correspondan para tal efecto. Es por ello que hago un llamado a quien tenga información sobre lo acontecido con Jorge Matute Johns para que colabore en la búsqueda de la verdad. Es un deber moral al que apelo.
Quien se acerca al confesionario, arrepentido, busca el perdón del Señor por el daño que ha causado a sus hermanos, y no sería coherente con su arrepentimiento si no ayuda a que la familia de la víctima sane sus heridas. Es mil veces mejor estar en la cárcel con la conciencia de que se está reparando un gran daño causado, en este caso la muerte del joven Matute, a vivir libre con la conciencia manchada con sangre.
-Éste no va a venir de la revelación de un secreto dicho en el confesionario, sino que del arrepentimiento verdadero del agresor o agresores, de la solicitud de perdón de quien o quienes le quitaron la vida a Coke, y de ser juzgados en las instancias dispuestas para dichos fines.
-No conozco a Andrés San Martín. No conozco en detalle lo que dijo ni el contexto de sus declaraciones, ni tampoco su situación canónica. Tampoco sé si lo que supuestamente sabe se dio en el contexto de una confesión o en el contexto de una mera conversación que no está de suyo resguardada bajo el sigilo sacramental, por lo tanto no puedo opinar. Sin embargo, puedo decir que el hecho de no ejercer el ministerio no libera a un sacerdote de cumplir con las obligaciones contraídas en el pasado.
No sería justo dañar el sacramento de la confesión de cara a millones de personas que durante su vida se han acercado a el y que partieron de la base de que cuanto allí confesaron no sería nunca revelado.
-El gran riesgo para todos es el mal uso que se le puede dar al maravilloso sacramento de la confesión por parte de personas sin una adecuada información respecto de lo que ello significa y pensar erróneamente que basta acercarse a él para dejar de cumplir las obligaciones que derivan de la justicia. Todo católico es un ciudadano que tiene que responder ante la ley civil de acuerdo al estado de derecho que rige. La Iglesia a través del sacramento de la confesión muestra el rostro misericordioso de Dios, pero también está llamada a formar la conciencia de las personas. Desde ese punto de vista debiese invitar al penitente a reconocerse con responsabilidades civiles cuando el pecado ante Dios es también un delito y asumir en consecuencia.
-No sé si ha sucedido.
-Después de la guerra somos todos generales, por lo tanto no me pongo en ese escenario hipotético. Lo que si tengo claro es que es una gran imprudencia y una falta de criterio muy grande hacer referencia en una Misa de un caso tan doloroso y triste, más aún si vinculó las palabras dichas a un sacramento. Me imagino que en vez de generar consuelo a los deudos los dejó más inquietos, tal vez falsamente esperanzados. Como sacerdotes debemos ser muy cuidadosos y hablar siempre en pos de la búsqueda de la verdad y la justicia pero nunca hablar generando inquietud y dudas. La amonestación de Mons. Moreno da cuenta de ello. Hoy, como Arzobispo de Concepción solidarizo plenamente con la familia Matute Johns. Me duele que don Jorge haya fallecido sin saber acerca de su hijo. No hay dolor más grande que la muerte de un hijo y quienes tuvieron que ver con el crimen lo saben. Desde ese punto de vista todas las diligencias en el marco de la ley que se realicen para esclarecer la muerte son bienvenidas.