Fe y tradición son pilares de festividad religiosa de la Virgen
De madrugada comenzaron las actividades religiosas en el cerro La Virgen. La jornada finalizó con una procesión desde la Catedral y una homilía de monseñor Fernando Chomali.
Una masiva concurrencia de peregrinos se registró ayer desde muy temprano al Campo de Oración del Cerro La Virgen en Concepción, principal lugar de conmemoración de la fiesta patronal de la Arquidiócesis. Muchos matrimonios y hasta familias completas de toda la región llegaron al lugar para cumplir con la tradición, rezar, encender velas, participar de alguna misa y regresar a casa con la satisfacción de haber cumplido con un compromiso de fe, en el cierre del Mes de María.
El día nublado y fresco contribuyó a que no se observaran casos de deshidratación como otros años. Al contrario, muchos adultos llegaron abrigados en la mañana y tuvieron un ascenso y regreso tranquilos. El voluntariado de la Cruz Roja tuvo pocos casos, y esta vez fueron algunos por caídas en la subida o bajada del cerro.
En torno a la plaza Juan Bosco, punto donde empieza la subida al cerro, las calles Barros Arana y Lientur amanecieron colmadas de comercio. Bajo los toldos se vendía desde herramientas hasta ropa y calzado. Como es habitual en las festividades religiosas en la zona, no pueden faltar las espigas de trigo, que dada la época del año, aún la mayoría estaba verde. También en las calles previas a la citada plaza, había algunas cocinerías, donde muchos aprovecharon para desayunar, o llegaron atraídos por el intenso olor de las frituras y empanadas de horno. Algunos extranjeros, la mayoría ecuatorianos, vendían joyas de fantasía, que brillaban en contraste con las telas de extendidos paraguas negros.
FISCALIZACIÓN
La gobernadora penquista Claudia Hurtado y la seremi de Salud, Mónica Campos, fiscalizaron temprano el sector. La primera constató que estuvieran dispuestas todas las medidas de seguridad para que la festividad se desarrollara normalmente, y luego como cada año, subió al campo de oración, como una devota más de la Virgen. En tanto la doctora Campos señaló que este año hubo menos permisos para instalar cocinerías. En esos lugares pudo observar que se estaban cumpliendo las normas sanitarias. En todo caso recomendó a la población hacer sus propias observaciones, especialmente en relación al aceite que se usa para freír, en el caso de sopaipillas o churros.
MISAS Y PROCESIÓN
En lo netamente religioso la Arquidiócesis dispuso misas cada hora y media en el campo de oración. La primera eucaristía fue a las 6.30 de la madrugada y estuvo a cargo del sacerdote Claudio Alarcón, de la Parroquia Natividad de María.
La tradicional procesión de la Virgen salió a las 17 horas desde el atrio de la Catedral, encabezada por el arzobispo, monseñor Fernando Chomali, acompañado por sacerdotes, seminaristas y fieles que recorrieron la calle O'Higgins, para luego subir al cerro La Virgen.
Un grupo de voluntarios del grupo pastoral salesiano EPE, "Encuentro de Padres en el Espíritu," con poleras verdes, cargó el altar con la imagen de la Virgen María sobre sus hombros. Su coordinador, Salvador Fernández, dijo que fue un honor, una grata sorpresa para ellos la misión que les encomendó el Azobispado.
Durante el alegre recorrido, con vítores y canciones, se fueron integrando más fieles. Sin embargo, fue en la plaza Juan Bosco donde la procesión se convirtió en una multitudinaria columna, que tras la larga subida, que unos pocos hicieron a pie, fue recibida en el campo de oración con agitar de pañuelos, estampas, y flores. En el lugar la gente dejaba miles de velas encendidas, las que eran retiradas por scouts, en prevención y para dejar lugar a las continuas ofrendas. También hubo confesionarios.
Tras el recorrido, monseñor celebró la misa final de la festividad. Antes, dijo que "Chile es un país mariano y ama a la Virgen María y todo lo que ella representa, la pureza, el servicio, el darse a los demás, el querer hacer la voluntad de Dios y eso tiene que iluminarnos a todos. Esto beneficia mucho a la comunidad porque así podemos respirar un aire de amor, de solidaridad, de espiritualidad y trascendencia que tanta falta nos hace".
AMOR Y FE
Muchas historias de amor y de fe se pudieron conocer entre los peregrinos. Es el caso de Mario Urra Ramírez y Salomé Maldonado, de Las Higueras, Talcahuano. Mario es un acerero jubilado, de 79 años, que luego de estar viudo seis años, se casó hace un año con Salomé., que lo acompaña. "Ella me tiene joven", dice él con cariño. Mario contó que a los 17 años tuvo una peritonitis de la cual se salvó de milagro. "Dios y la Virgen lo salvaron", comentó Salomé, también muy devota. Desde entonces Mario acude al cerro La Virgen a pagar su manda.
También con mucha fe y alegría llegó desde Talcahuano un alegre grupo familiar. Tres hermanas y dos hermanos Astorga González, adultos, con algunos jóvenes sobrinos. Orfelia y Margarita contaron que es una tradición que siguen desde niños. Ir al campo de oración, cada 8 de diciembre les da la paz y energía, la unidad familiar, que las hace vivir con optimismo.
Yolanda Navarrete bajaba un tanto cansada del cerro, junto a sus jóvenes hijos Jaime y Yolanda, uno a cada lado protegiéndola. Van cada 8 de diciembre al campo de oración del Cerro La Virgen. "Es un día muy feliz, porque es el cumpleaños de la Virgen. Es una tradición que pasa de generación en generación en su familia. Les queda una sensación de bienestar, "aunque haya quedado con los pies en la mano", por la caminata entre la multitud.
La señora Gladys Gaete es de Palomares y también recorre estas calles desde pequeña. "Hoy lo hago por mis hijos, ruego a la Virgen para que estén bien y no les pase nada malo. "Tengo 11 hijos, todos vivos, gracias a Dios", dice mirando con ternura a su hija Ana Avello, que asiente sonriendo.