Actualmente, el mundo de los negocios se caracteriza por su movilidad y dinámica, la que trae consigo además cierta incertidumbre. Muchos países que antes ostentaban una economía sólida, hoy se ven acechados por la especulación o, derechamente, la crisis.
Ante tal situación, el colapso y saturación de algunos rubros laborales, la innovación, entendiéndola como la identificación de oportunidades de mejora en base a la creatividad e ingenio, surge como una alternativa totalmente factible para sortear aquellos obstáculos que el sistema impone o genera conscientemente o no.
Es por ello que se debe crear e implementar políticas y estrategias para fomentar el emprendimiento como una prioridad estado. Un ejemplo es el hecho que en pleno proceso de campañas para las presidenciales, los candidatos han expuesto en numerosas ocasiones, sus intenciones de propuestas sobre innovación. ¿Pero luego que grandes avances veremos en concreto?
Las ideas van desde la creación de ministerios para el fomento de esta materia; (llámese Ministerio de Ciencia, Innovación y tecnología), hasta la disminución del impuesto específico a los combustibles y erradicar el pago a plazo a los proveedores.
De la misma manera, hemos visto como el actual gobierno ha hecho contribuciones que representan un paso gigantesco, como la actualización o reestructuración de la ley de quiebras, que apunta a reducir el riesgo al emprendimiento mediante la disminución del impacto económico y anímico que significa el fracaso de un negocio.
Sin embargo, todas estas iniciativas no serán sustentables a futuro si no hay nadie que prolongue su impacto y duración. Así, se hace imprescindible impulsar una cultura de innovación, y eso se logra sólo en la medida en que la semilla del emprendimiento y de la innovación se plante en las mentes jóvenes. En definitiva, es a los futuros profesionales a quienes hay que enseñarles el valor de la innovación.
Es aquí donde el aporte de las Casas de Estudios es importante. En la Región del Bío Bío estamos siendo testigos de los proyectos e instancias impulsados por Ingeco, una organización de jóvenes estudiantes que agrupan las carreras de Ingeniería Comercial de las Universidades de Concepción, del Bío Bío, Católica, San Sebastián y la Universidad Andrés Bello, donde hacen partícipe a actores relevantes de la economía nacional y en beneficio de los mismos estudiantes en términos de aprendizaje y el de compartir conocimiento y experiencias.
Esta iniciativa es digna de ser replicada, pues es una innovación en sí. Es la elección y la manifestación de pro actividad y habilidades blandas por parte de futuros profesionales, que a su edad, ya demuestran consciencia acerca de una cultura de emprendimiento, y saben reconocer la necesidad de adaptarse para lo que el mundo profesional les prepara que es una batalla dentro del mundo de los negocios.
Empresas, autoridades e instituciones gubernamentales son claves para establecer una cultura de innovación, pero sin duda, más que las políticas, son los mismos profesionales los que tienen que reconocer su necesidad de prepararse para el futuro y tomar cartas en el asunto, tal como los futuros ingenieros comerciales penquistas lo están haciendo.