Suena extraño decir que el universo tiene una edad oscura porque es tanto lo que desconocemos de él que un enorme porcentaje está para nosotros en la oscuridad.
Sin embargo hay una etapa de la vida del universo que está más oculta al conocimiento humano y es la anterior a la formación de las primeras estrellas y galaxias, cuando lo único que había era una "sopa primordial" de hidrógeno y helio.
Esta etapa, comprendida entre los 200 millones de años y los mil millones de años después del Big Bang es la llamada época oscura sobre la que no existe actualmente información obtenida con instrumentos sino sólo teorías.
Para develar ese misterioso periodo y entender cómo se formaron las primeras galaxias, qué papel tenía entonces la elusiva materia oscura y muchas otras interrogantes de la ciencia se necesitan equipos que sean capaces de captar las huellas que quedan de esa época.
Estos son los radiotelescopios de baja frecuencia que captan las tenues señales producidas por el hidrógeno de aquellas lejanas épocas. De éstos existen sólo dos proyectos actualmente en el planeta (Europa y Australia) pero no han logrado todavía captar esas emisiones.
Y aquí entra en escena la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc) cuyo académico de la Facultad de Ingeniería, Dr. Ricardo Bustos, se adjudicó (con el primer lugar en el ránking de Conicyt) un proyecto de astroingeniería que conducirá a la instalación del primer telescopio de baja frecuencia de América Latina.
El Dr. Bustos obtuvo recursos por 54 millones de pesos del Fondo Quimal de Conicyt para una primera etapa de este proyecto que busca encontrar el lugar apropiado para la futura instalación del radiotelescopio.
Este punto es clave pues, explica el investigador, aunque "en baja frecuencia ya no importa que el aire sea seco o no -como ocurre con los demás tipos de telescopios- a las frecuencias que vamos a observar es más importante la radiointerferencia, las señales de la radio, celulares o televisión", que interfieren o se pueden confundir con las que llegan del espacio profundo y que en este caso (época oscura), se captan entre los 50 y 300 MHz.
Por esta razón será en la Región de Antofagasta donde se llevará a cabo este análisis, explica Ricardo Bustos.
El proyecto con el que el investigador obtuvo fondos Quimal (con los que se busca potenciar la investigación, diseño y desarrollo de nuevas tecnologías en el área de la astronomía y sus ciencias afines) contempla la construcción de un medidor autónomo de radiointerferencia o Mari, y su instalación en diferentes sectores de Antofagasta para determinar el mejor punto para instalar un futuro telescopio de baja frecuencia.
Estos puntos son el llano de Chajnantor, donde está el complejo de radiotelescopios Alma; el parque Llullaillaco y las proximidades de Paranal, todos ellos lugares de relevancia para la astronomía.
El plan es hacer mediciones en esas áreas por dos semanas en abril de 2014 y mantener el equipo funcionando autónomamente por un año en la locación que presente mejores posibilidades, antes de decidir el emplazamiento definitivo.
El docente aclaró que no se escogieron puntos más al sur del país porque "estamos mas invadidos de radio, celulares etcétera". Sin embargo, si no resulta en Antofagasta, existe la posibilidad de buscar una ubicación zonas libres de radiointerferencia en la Patagonia o la Antártida.
El Dr. Bustos destaca que este proyecto se lleva a cabo en colaboración con la Universidad de Arizona State, lo que ha sido facilitado por la presencia en esa casa de estudios del doctorado penquista Raúl Monsalve, coinvestigador en este proyecto.
Subraya que en América Latina éste "sería el primer telescopio que trataría de hacer este tipo de observaciones (de antes que nacieran las galaxias). Vemos que cada vez llegan radiotelescopios al norte pero todos van a la alta frecuencia, pero nadie se ha preocupado de esta baja frecuencia".
De concretarse este telescopio Chile entraría no sólo a la búsqueda de conocimiento científico que no está disponible actualmente sino también a desarrollar la tecnología para estos equipos, es decir, avanzar en astroingeniería.