Los movimientos telúricos son parte de la historia chilena. Múltiples terremotos han afectado al país con el correr de los años, que finalmente han hecho de gran relevancia que la población se relacione con estos eventos naturales.
Si bien es cierto que todos los temblores o sismos son considerados terremotos, al mismo tiempo todos califican como movimientos telúricos. Según Matthew Miller, sismólogo y secretario académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción, se define movimiento telúrico un movimiento entre dos placas dentro de la tierra. "La liberación de energía produce este desplazamiento. Cuando la circulación de la energía es demasiado rápido, es decir, que ocurre en segundos o unos minutos, ya se considera un terremoto. Por el contrario, cuando la circulación demora más es sólo un temblor más suave", aclara.
Según los números entregados por la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (Onemi), durante 2017 el número de temblores registrados en Chile aumentó un 26% con respecto al año anterior, y un 25% respecto a 2015.
De esta manera, sólo en mayo de 2017, Chile registró 1.153 sismos, pero de ellos sólo 25 fueron percibidos y 676 no fueron percibidos, conforme a las estadísticas del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile.
Pero, en el mismo sentido, nace la interrogante sobre cuáles son las maneras de medir estos sismos. "Está la escala de Mercalli y la de Richter, que funcionan de manera distinta para poder calcular cuál fue la magnitud de cada temblor. Han ido variando y evolucionando con el tiempo, pero son las que todavía se usan", aclara Miller.
DIFERENCIA ENTRE ESCALAS
Considerando la cantidad de sismos que hubo en Chile en 2017, que de acuerdo a las cifras entregadas por la Onemi, fueron 8.000 los movimientos registrados, no todos son percibidos, por lo que es preciso diferenciar las distintas escalas de medición que existen para calcular la magnitud de los sismos.
Miller explica que "la escala de Mercalli está basada en los daños que produce el movimiento telúrico. En cambio Richter es una estimación de la intensidad del sismo basado en la amplitud de las ondas secundarias (ondas S)".
Existe una diferencia entre las ondas que se producen con los movimientos de la tierra. Pues, tal como lo plantea Miller, las ondas primarias (ondas P) son aquellas que se producen de manera vertical con un sismo. "Esta tiende a saltar un poco, y luego de eso viene la onda S, que es aquella de forma transversal. Entonces, la escala de Richter está basada en la amplitud de ese movimiento S y se hace una aproximación de la liberación de energía que produjo el sismo", detalla.
En el mismo sentido, Fabiola Barrenechea, directora del Observatorio en Gestión de Riesgos de Desastres, también hace referencia a la diferencia entre las escalas de medición de los sismos. "Es preciso diferenciar entre los términos magnitud e intensidad. La escala de Richter aplica cuando queremos hablar de magnitud. Por lo tanto, se mide en una escala logarítmica, de tal forma que, cada unidad de magnitud corresponde a un incremento de raíz cuadrada de 1000, o bien, de aproximadamente 32 veces la energía liberada. Es decir, un sismo de magnitud 8.0 es 32 veces más grande que uno de magnitud 7.0", recalca.
Por el contrario, la experta apunta que la escala de Mercalli consta de 12 grados medidos en números romanos desde el I al XII. El grado IV corresponde a que los objetos oscilan libremente y se dejan oír las vibraciones de vajilla, puertas y ventanas. "Cuando se habla de intensidad XII, por ejemplo, se refiere a destrucción total. El terremoto de 1960 alcanzó una intensidad grado X-XII", sostiene.
En la misma línea, Barrenechea busca aclarar que el hecho de que en Chile se diferencien los sismos o temblores de los terremotos se debe a que la población está acostumbrada a sentir este tipo de fenómenos. "Un sismo de magnitud 6.0 o intensidad V no nos genera mayor impacto, es decir, no se registran daños en infraestructura ni a las personas o el medio ambiente. A diferencia de otros países donde el mismo sismo magnitud 6.0 es catalogado como terremoto por el daño que ocasiona", subraya.
PREDICCIÓN DE SISMOS
Aunque en muchas redes sociales circule cierta información sobre un posible terremoto en el norte del país desde hace algunos años, Matther Miller, aclara que predecir cuándo ocurrirá un fenómeno como éste no es posible.
Al respecto, el sismólogo asevera que "los sismos en el pasado histórico nos pueden dar un indicio de lo que podría llegar a ocurrir en algún futuro, pero no predecir concretamente". En ese sentido, recalca que el terremoto del 27-F, con una magnitud de 8.8 grados en escala Richter, es equivalente a 50.000 bombas atómicas.
Si bien el especialista comenta que las zonas más propensas a sufrir terremotos son aquellas que ya vivieron el fenómeno, su impacto dependerá del epicentro. "Cuando son muy superficiales, como ocurrió en Chillán (en 1939), obviamente generará un impacto mucho mayor. No como aquellos terremotos con epicentros en el mar, donde las placas se mueven, pero no tan superficialmente", especifica.
Desde lo expuesto, Miller asevera que el desarrollo tecnológico ha permitido grandes avances en esta materia y destaca al GPS como uno de los instrumentos más importantes, en términos de progreso, que la tecnología ha entregado al área de la sismología en los últimos 10 o 20 años. "Con esta herramienta se analiza la cantidad de centímetros que se está deformando el continente y con ello se determina cómo están las placas pegadas abajo. En este caso, si las placas están bien acopladas debajo de la tierra, con un GPS se puede determinar el tamaño de la fuente que va a generar los sismos", comenta.
En este mismo sentido, para finalizar, Miller destaca la importancia de los GPS para el estudio de los sismos en Chile, que es conocido mundialmente como un país sísmico constante.