Proyecto de reforma a la Educación Superior
Evitando los intereses sectoriales y para aportar con seriedad comparamos la promesa al país mediante el Programa de Gobierno y el Proyecto de Reforma a la Educación Superior. Al hacerlo llegamos a la conclusión que no es la falta de dirección sino la escasa profundidad lo que genera la inquietud generalizada. Adelantemos que todos los tópicos programáticos están presentes en el proyecto de ley enviado al Congreso.
Como desde los gobiernos concertacionistas anteriores habían quedado muchos asuntos pendientes de reformar, la Nueva Mayoría con la candidata Bachelet a la cabeza, pidieron al país tres cosas: triunfar ampliamente en la elección presidencial, obtener mayoría en la Cámara de Diputados y también en el Senado. Con ello, se avanzaría más rápido al poder saltar el cerco constitucional y de quorum heredado. Y el país creyó en ello, otorgándoles las tres cosas solicitadas.
Sin embargo, a la luz de la contradicción evidente entre la promesa programática y el proyecto hay dos opciones para la evaluación. Una, que el Gobierno haya actuado sintiéndose de minoría por lo cual envió un proyecto que no refleja la profundidad de sus promesas, es decir, la Nueva Mayoría habría reconocido que no tiene mayoría. Sin embargo, aquello no explica el porqué de la inhibición, ya que la promesa evidentemente se cumpliría si el proyecto hubiese reflejado dicha promesa, asunto que no hace.
Otra, que el proyecto no tendría la profundidad esperada, porque al interior del Gobierno la promesa respecto de Educación Superior hecha al país por la Nueva Mayoría tampoco tendría mayoría, es decir, no habría unidad respecto del Programa entre aquellos que la Presidenta nombró para conducir el Gobierno.
Aquello resulta evidente, porque el estado de la economía en el mundo, la ralentización que implica y la baja recaudación consiguiente, puede explicar la gradualidad, pero no explica la falta de convicción y profundidad.
Necesitamos una mirada más larga, imaginar a los que vendrán con mayores oportunidades y derechos sociales que permitan esa anhelada mejor calidad de vida. Debemos imaginar un futuro posible impulsado por la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología para transformar nuestra economía en una más competitiva basada en conocimiento, con una sociedad más inclusiva, con movilidad social basada en la educación.
Para tener un Chile que sea más Chile para todos, es vital que en la etapa legislativa en que se encuentra el proyecto tengamos la altura para avanzar en las soluciones que el país demanda para su desarrollo a mediano y largo plazo.