El maestro de una obra fundamental
Julio Escámez murió lejos de su tierra. Tal vez ese paisaje centroamericano que lo acogió por más de 40 años, que le ofreció amigos, amores, discípulos y una realidad socio/cultural que alimentaba su arte; fue también su patria. De dónde se es verdaderamente: de los lugares que te van entrando en el alma, instalando en los afectos y reconociendo como uno de los suyos.
En 1974 abandona misteriosamente sus clases de Pintura y Tecnología de la Pintura en el departamento de Artes Plásticas de la UdeC, porque su vida corre peligro: las garras de la dictadura están tras sus pasos. Debe irse de Chile y con él se va uno de los más destacados maestros del realismo social en la pintura nacional.
Así se nos fue el maestro Escámez, también su sensibilidad para registrar colores, texturas, luces y sombras. Su certera mano de dibujante como pocas, su mirada escrutadora atenta a registrar los cambios históricos y sociales de aquellos días.
Aún así, su pintura nunca tuvo características políticas ni panfletarias. Su compromiso iba más allá, era con el hombre y su realidad: sus valores e identidad, sueños y esperanzas. Pero, sobre todo, con la puesta en valor del paisaje americano y nuestras raíces culturales.
OBRAS EMBLEMÁTICAS
Cuarenta años de exilio no lo habían cambiado: "No puedo concebir mi labor ajena a la realidad social. Mi trabajo es una forma de conciencia crítica, que procura denunciar la dramática realidad que vivimos, caracterizada por los abismos económicos, culturales y sociales", señala al diario La Nación de Costa Rica (abril de 2014), a raíz de su exposición "Visiones" allá.
Con una extensa obra en pintura y grabado, el muralismo, por su formato y su carácter público, era uno de los lenguajes que le permitieron expresar con más libertad estos temas. Allí se apreciaba su maestría en el dibujo y composición. De los muchos realizados en Chile, quedan pocos. En nuestra ciudad "Historia de la Medicina y la Farmacia" es uno de los que sobreviven, ahora protegido por el CMN y a la espera de una necesaria restauración.
Uno de sus más emblemáticos murales fue "Principio y fin", realizado en la Municipalidad de Chillán (1971-72) y destruido luego del golpe militar.
De corte figurativo y estructurado en varios niveles, la obra de 4 x 6 mts., articula el conflicto entre la vida y la muerte, el caos y el avance de la industrialización. La resignación del pueblo bajo una maquinaria voraz, y arriba, bien arriba, los trabajadores victoriosos enarbolan banderas (...) Una era que termina, otra que comienza.
Tanto la composición como su diversidad de detalles se pueden apreciar en el boceto y pintura que quedaron como testimonio de esa pieza desaparecida, y que son de la Pinacoteca. Las obras se exponen desde octubre en "El idioma del muro", junto a otras similares de varios autores. También se expone su proyecto de mural "La universidad", hecho para la UdeC, y que no alcanzó a concretar.
Escámez había expresado su voluntad de dejar parte de su obra en Concepción. Una sala de la Pinacoteca recibiría esta donación de pinturas y grabados realizados en Costa Rica. Serviría para reencontrarnos con el maestro, como también para cautivar la mirada nueva de un público joven.